viernes, 16 de febrero de 2018

SEMPRE XONXA: LA GALICIA DE "CHANO" PIÑEIRO


Escrito por José Losada

En un artículo publicado por Manuel Rivas en el diario El País con ocasión del fallecimiento en 1996 de su amigo el poeta Lois Pereiro recuerda lo que este le dijo en un ambiente tabernario y futbolero: “Lo escrito se arrebata a la muerte”. La frase, rotunda en sí misma, adquiere tonos lapidarios porque quien la pronunció solamente vio publicados en vida dos libros de poemas. 


Cuando una muerte prematura separa al creador de su afán artístico nos queda un regusto amargo al pensar hasta dónde podría haberse desarrollado su capacidad; y es fácil suponer la frustración de quien se ve  forzado a “dejarse en el tintero” los frutos de su ingenio, perdidos irremisiblemente junto con la vida del que estaba llamado a alumbrarlos.
Algo parecido le ocurrió a "Chano" Piñeiro (Luciano Manuel Piñeiro Martínez; Forcarei, 1954-Vigo, 1995) cineasta gallego que con gran esfuerzo plasmó en un largometraje su profundo amor por el cine y cuya muerte a la edad de cuarenta y un  años  nos ha privado de contemplar otras obras posteriores. Cuando están próximos a cumplirse treinta años desde el inicio de su rodaje conviene dedicarle un recuerdo, destacando sus valores etnográficos pues, no considerándome un experto en el arte cinematográfico, desisto de hacer una valoración en ese campo, siempre discutible y sometido a  contradicción.
Ciertamente "Sempre Xonxa", que así se llama la película, no es la única  de "Chano" Piñeiro (realizó también dos cortometrajes y otra “xacobea” por encargo de la Xunta de Galicia), pero reúne dos características que la hacen merecedoras de especial estima: es su primer  y único largometraje y se trata de una obra muy personal en la que se plasman las inquietudes de un autor que, como dijo en una ocasión, quería dar voz a su pueblo, a su propia gente.
Presenta una continuidad temática y estética con el cortometraje Mamasunción, que recibió varios premios y abrió a Piñeiro la posibilidad de ver cumplida su ilusión de dirigir una película larga. Como no es objeto de esta entrada, dejo un enlace para quien quiera conocerla y otro que nos permite saber de las vicisitudes de su rodaje y acercarnos a la biografía y personalidad del director a través de un documental, obra entre otros de un compañero de clase en la EGB, Francisco  Rozados.

En "Sempre Xonxa" asistimos a la historia de los tres protagonistas,  la mujer que da título a la película, Pancho y Birutas, a los que vemos retratados desde la infancia hasta su plena madurez.
El autor acompasa esas diferentes épocas con las estaciones del año y esto le permite presentar un ciclo completo, tanto por lo que se refiere al paisaje como a otros aspectos (las labores agrícolas, las fiestas…), dando ocasión para introducir leyendas y canciones enraizadas en la cultura popular. Podrían destacarse muchos aspectos que hacen muy valiosa la presentación de la historia: juegos infantiles, empleo de útiles y herramientas originales,  faenas del campo o artesanas en sus lugares originales, en los que la arquitectura popular queda reflejada de manera fidedigna.

Herrería de Compludo
Asistimos también al trabajo en una forja (según los títulos de crédito, la escena se rodó en la Ferrería de Compludo, en León), al funcionamiento de un molino que sirve de rítmico decorado para una de las escenas más dramáticas, a la vendimia en una viña de “ribeira” y a la recogida de castañas.
 Acompañamos a los personajes en su tránsito por “corredoiras”, nos impresionamos antes el paisaje de las Médulas (declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco),  somos testigos de un bautizo, un entierro y una verbena, y conocemos una aldea del interior de Galicia, con sus construcciones tradicionales de piedra, madera y pizarra (Santa Olaya de Petín y Bustelo de Fisteus).
Las Médulas

Bustelo de Fisteus
Sin olvidar ejemplos de cultura inmaterial; en este ámbito me gustaría destacar  una costumbre, de la que también queda rastro en la novela de Xosé Neira Vilas, “Memorias dun neno labrego”. Cuando a Xonxa, que está en la cuadra ordeñando a mano las vacas, la avisan de que un zorro ha entrado en el gallinero, abandona a toda prisa su labor (frustrando así los intentos de acercamiento de un Birutas indiano), se arma con una horca y va al encuentro del animal, ante la expectación de los que esperan fuera. Cuando por fin sale del gallinero con su oponente ensartado, lo entrega a los niños para que recorran la aldea atribuyéndose la hazaña y puedan recibir regalos de los vecinos más generosos y criticar con una cantiga de escarnio a los que no lo son tanto.
Solamente por todo eso sería muy recomendable una revisión de la película, pero nos centraremos en tres aspectos: el “Entroido”, la emigración y las leyendas y canciones que aparecen a lo largo de la historia.
TRADICIÓN ORAL
La tradición oral está engarzada en varias escenas de la película y es utilizada por el autor como recurso narrativo que confiere continuidad al relato. Así, la canción a la que seguidamente se hará referencia comienza cuando la protagonista acuna a su hija y termina con la misma niña ya mayor. Además, y con esa función de articulación de la historia, leyendas, mitos y otras muestras de la cultura popular aparecen diseminadas a lo largo de la película, contribuyendo a ofrecer un panorama más completo del mundo rural gallego en que se desarrolla el filme.
Se cuenta la historia de un gigante, tan grande como crédulo y torpe, muy interesado en comer carne de cristiano que cree reconocer mediante el olfato; y cuando su hijo le ofrece por tal un cuerno de vaca, se queja amargamente de su dureza, creyendo que es su apetecido manjar.
O val das mouras

Y también se narra la de una “moura” que regala una cesta a una persona hambrienta, con la condición de que no la abra hasta llegar a su casa; como el agraciado no puede resistir la curiosidad y no cumple lo acordado, descubre, para su pesar, que estaba llena de carbón y no de comida.
Los protagonistas adolescentes andan a la procura de un tesoro enterrado que pertenecía a los “mouros”,- seres extraordinarios, dueños de grandes riquezas, que habitan escondidos a los ojos de los seres humanos-,  de esos de los que da cumplida noticia la herramienta indispensable para los buscadores de riquezas, el libro conocido por “Ciprianillo”. 

Birutas engaña a sus compañeros y vuelve solo al lugar en el que cree haber encontrado una olla que, si estuviese repleta de oro, le haría  rico. La otra posibilidad es que lo estuviese de un veneno capaz de matar a todas las personas en siete leguas a la redonda. Esta dualidad entre el éxito y el fracaso, que se plantean como separados por una tenue línea, se observa también en otra historia que tiene lugar cuando los protagonistas son adultos y buscan denodadamente una construcción subterránea habitada por una extraña mujer; al encontrarla (en una escena que podría calificarse como realismo mágico si no fuese porque tiene ecos de la obra de Álvaro Cunqueiro y considero que es más apropiado relacionarla con ella), todo se derrumba con gran estrépito, como en las leyendas que hablan de un edificio construido sobre una trabe de oro y otra de alquitrán que, si se toca, provoca la mayor de las catástrofes.

Tampoco falta la referencia a la Santa Compaña, llamada en esta caso “Labarida”. La abuela de Pancho está muy asustada porque la ha visto en el campo. Tras contarlo, se oye el canto de una lechuza que motiva que, angustiada, exclame: “Es por mí”. En la tradición gallega el encuentro con la procesión de los muertos de la parroquia es señal que anuncia la próxima muerte. Así ocurre en este caso, pues la siguiente escena es la del entierro de la anciana.
Para los interesados en estos temas, dejo dos enlaces al blog Tinieblas en el corazón: “Mouros, mouras y otros personajes de leyenda” y “Abejas que vienen de la luna”.
En la canción a la que antes se hizo referencia, calificada de mágica y capaz de atraer a los sueños maravillosos, se narra el amor de un sol y una luna personificados como hombre y mujer. Cuando comprenden que su amor es imposible, por estar cada uno encadenados al día y a la noche, las lágrimas del varón se convierten en lluvia y sus amargos suspiros en viento que golpea las puertas. Esto último me recuerda al poema de Celso Emilio Ferreiro titulado “Canción de berce”.
LA EMIGRACIÓN.
En una película de las características de "Sempre Xonxa", que aspira a mostrar la Galicia real como escenario de la historia que se narra, no podía faltar la emigración. Es Birutas el que abandona la aldea siendo casi un niño para buscar fortuna en América. Tras bastantes años sin noticias,- el maestro de la escuela inventó nuevas de un próximo regreso para calmar las últimas angustias de su madre-, reaparece, triunfador,- con traje blanco de indiano y conduciendo un haiga-, precisamente, el día de la fiesta mayor. El regreso no tiene que ver con la añoranza de su tierra sino con la mezquina idea de recuperar lo que cree que le pertenece, la bella Xonxa. Al saber que estaba casada con Pancho, trama una disimulada venganza, para lo cual convence a este para que le acompañe en su vuelta al Nuevo Continente. Esto permite a Piñeiro recrear con gran fidelidad el embarque  en la propia Estación Marítima de Vigo, con gran número de figurantes y una escenografía que nos permite tener una idea muy aproximada de la realidad. 
No hay más que contemplar las fotografías de la época para acreditarlo. Por ejemplo, véase la exposición titulada “Os Adeuses” sobre el fotógrafo Alberto Martí, organizada por el Consello da Cultura Galega, en el siguiente enlace:
  Sorprende encontrar imágenes muy similares a las rodadas por el director de Forcarei: las colas para embarcar, la misa celebrada casi al pie de la pasarela del trasatlántico y también el retrato de un ambiente lleno de la tristeza, miedo y desarraigo que acompañan a quien abandona su tierra para, quizás, no volver nunca más.

















De la meticulosidad del cineasta nos habla la reproducción de una conocida fotografía, la que muestra a un adulto y un niño (recientemente he sabido que se trata de Xan y Xurxo Calo, de Fisterra) compartiendo el mismo llanto.
Manuel Ferrol en La Voz de Galicia
Hay también un homenaje a los fotógrafos que recogían esos adioses tan patéticos con la aparición de Manuel Ferrol (1923-2003) interpretándose a sí mismo y portando una cámara de la época. Para situar al espectador el director se sirve de una portada del periódico Faro de Vigo que da noticia de la visita a Europa del presidente Lyndon B. Johnson.
El destino de Pancho se conoce por los altavoces que anuncian la salida de un barbo con escala en Tenerife, Buenos Aires y Montevideo. En los años sesenta del siglo XX el flujo migratorio que abandonaba Galicia sin cesar se dirigía principalmente a otros lugares,- países de Europa, zonas industrializadas de España-, pero el protagonista no va a hacer las Américas por su cuenta sino que se deja atrapar en la hermosa trampa tendida por quien creía su amigo, que gozaba de una posición envidiable tras varias décadas de emigración.
Para terminar con este capítulo ofrezco un gráfico de elaboración propia que permite apreciar, usando como ejemplo la evolución de la población del municipio de O Saviñao, el impacto de la emigración en Galicia y hasta qué punto lastró su desarrollo y bienestar.
  
ENTROIDO
El valor etnográfico de la película se hace más patente, si cabe, en las escenas que se desarrollan con ocasión del Entroido aldeano. Entonces adquiere tonos de documental, porque recoge variadas costumbres que sirven como telón de fondo al descubrimiento que Xonxa hace del verdadero carácter de Birutas. Con la ayuda del libro “A festa do Entroido”, de Federico Cocho de Juan, y de la colección de imágenes a las que se hará referencia al final, comprobaremos los esfuerzos del director por reflejar las peculiaridades que hacen único al carnaval en Galicia. Así, presenciamos un “folión”, desfile vecinal en el que algunos portan grandes bombos y otros hace sonar aperos metálicos (guadañas, azadas).


 El autor citado recoge desfiles parecidos a lo largo de toda la montaña ourensana y aporta datos curiosos, como que el bombo de calidad es aquel cuya madera haya sido cortada un día de la semana no lleve la letra ere  y durante la luna vieja. Los relaciona con los denominados “alardes” en las fiestas patronales de Euskadi, con las procesiones de Semana Santa e incluso con la especial querencia que por la  percusión observa en el carnaval de Río de Janeiro. Volviendo a Galicia, nos recuerda que el “folión” de Manzaneda se acompaña de una persona disfrazada de toro, tal y como aparece en la película.
También nos dice que cada parroquia organiza el suyo, que se distingue del de las vecinas por un ritmo característico y repetitivo. Separa esta costumbre de otras más transgresoras, pues los “foliones” acuden a las parroquias vecinas, siguiendo normas de cortesía y con reciprocidad al año siguiente.
En la película de Piñeiro no faltan tampoco otros personajes enmascarados de sonrisa maléfica.


En Xinzo de Limia se llaman “pantallas”; “boteiros” en Viana do Bolo; “troteiros” en Bande, y “peliqueiros, cigarróns, felos o zarramaculleiros” en Laza, Verín, Cualedro y Maceda. 
En estos casos, recogidos en la provincia de Ourense, llevan en las manos algún elemento “fustigador” (vara, tralla o una vejiga de cerdo convenientemente curtida e inflada). Personajes similares se encuentran en otras comarcas pero  con talante más festivo, es decir, sin zurrar a los vecinos.


El ruido vuelve a aparecer como elemento importante; esta vez, el de los cencerros que llevan atados a la cintura y que contribuyen a anunciar su presencia a los más despistados. Una característica que me parece muy llamativa es la representación de los animales en  las máscaras de madera de los “cigarróns” y “peliqueiros” (“carautas”) junto con crines de caballo o una cola de gato o zorro, todo lo cual contribuye, según el autor que nos sirve de guía, a conservar la idea de animalidad que es propia de estos personajes, autorizados a cometer maldades solamente durante el Entroido. Esta idea aparece también en la vestimenta de O Caladiño durante la fiesta, con cuernos y cubierto por una piel de carnero u oveja.


La imagen se relaciona con los “osos carnavalescos” (el de Salcedo, en  A Pobra de Brollón, es un ejemplo); el lector interesado podrá encontrar en este mismo blog amplia y documentada información sobre costumbres muy arraigadas en toda Europa.


Presenciamos una especie de batalla desarrollada entre las casas  en la que los vecinos más jóvenes persiguen o son perseguidos en medio de una nube blanca. Se trata de la “farelada” que se celebra, según los lugares, tres domingos antes del martes de Carnaval o bien el domingo o lunes anterior y en la que los varones intentan manchar con harina a sus congéneres del sexo femenino.

En algunos lugares se cambia el inofensivo trigo molido por trapos mojados en barro, hormigas enfurecidas con vinagre, ceniza o incluso excrementos de animales. La broma puede ir dirigida a escarmentar a los que no van disfrazados dentro del ambiente transgresor y alocado que domina el carnaval. 
En el colegio al que yo asistía desaparecían las tizas de la pizarra  conforme se acercaban los días de fiesta, para reaparecer entonces en las manos de los alumnos más avispados, que se complacían en rayar las espaldas de sus condiscípulos al son de la frase: “Que no te parezca mal pero estamos en Carnaval”.
Dentro de la misma línea, Birutas persigue a Xonxa con un haz de paja encendida en la mano; ella se rinde, pero él no ceja en un empeño que, como el espectador descubrirá más adelante, hunde sus raíces en sentimientos nada festivos.
También hay referencia en el film a la quema, siempre colgados de un lugar visible, como una farola o un árbol, de unos muñecos hechos con paja y harapos. Se trata de una muestra de la batalla de sexos que caracteriza a la fiesta de la que estamos tratando. Los dos jueves anteriores al martes de Entroido sucesivamente se dedican a los compadres y las comadres, que es como se llama a esos muñecos grotescos, según simulen la forma del varón o de la mujer (en otros lugares se les denomina “Mecos” e igualmente están destinados a ser quemados). 
jrcasan.com
Los chicos intentan liberar al compadre de las “afrentas” que les infligen las chicas; y estas, cuando así les corresponde, hacen lo mismo por la comadre. Federico de Cocho atribuye a estos muñecos la capacidad de propiciar la “liberalidad sexual y etílica”, ya que entre tantos dimes y diretes siempre había lugar para algún exceso en la primera materia, siempre consentido por producirse en un ambiente lúdico.
Las escenas del Carnaval en la película terminan con un baile o pequeña verbena amenizado por un acordeón, que el autor citado también recoge en su libro entre las celebraciones propias de la fiesta que estudia.
En este enlace  a la edición digital del diario El Correo Gallego, encontramos una amplia colección de fotografías realizadas en Compostela con ocasión de una muestra de los Entroidos declarados fiestas de interés turístico. Algunas de ellas ilustran este capítulo.

REPARTO
Aunque que sé que con ello me aparto de mi propósito inicial de no hacer valoraciones sobre cuestiones cinematográficas, no me resisto a dar por finalizada esta entrada sin dedicar algunos párrafos al elenco de la película. Piñeiro ya había demostrado en su corto “Mamasunción” su predilección por los actores no profesionales, en su afán por retratar de la manera más fiel posible el escenario en el que transcurre la historia. Es deliciosa la parte del documental al que se hizo referencia al principio en la que se explica las muy avanzadas técnicas actorales de la anciana protagonista.

 Siendo el del "Sempre Xonxa" un proyecto más ambicioso, y sin renunciar a ese tipo de intérpretes,  es normal que recurriese a otros de fuera de Galicia. 

En este grupo me gustaría destacar a Aurora Redondo (en un pequeño papel como abuela de Pancho) y a Loles León. Mimí o Minga, la criada del cura, es una mujer exuberante y alegre, como demuestra en el Carnaval; quizá influida por los vapores del alcohol, afirma ante aquel que se le ha aparecido la Virgen de los Dolores en bicicleta, dando lugar a una respuesta ingeniosa, pues para el clérigo ninguna cosa extraordinaria son las apariciones marianas ni tampoco la utilización de un vehículo, dada la necesidad de desplazarse. Es otra escena de realismo mágico o cunqueiriano, tan del gusto del autor. Cuando el ama ya ha fallecido, se cuenta de ellas que, al final de sus días, estaba convencida de que era una loba. Se trata de un nuevo lazo a la tradición oral y a las leyendas gallegas sobre el que quizá volvamos en otra ocasión.


De los actores gallegos, y sin desmerecer en absoluto a los tres protagonistas,- Uxía Blanco, Miguel Ínsua y Xavier R. Lourido-, me gustaría destacar a otros tantos, cada uno por razones distintas. A Rodrigo Roel, que interpreta al cura, porque lo veía algunas veces en Santiago. A Roberto Vidal Bolaño, el honesto maestro que acompaña a los protagonistas desde la infancia,  como justo reconocimiento a su gran labor como dramaturgo y actor, que fue premiada con la dedicación del “Día das letras galegas” de 2013. Falleció en 2002.
La Voz de Galicia













Y, finalmente, a Roberto Casteleiro, “O Caladiño”, por el singular acierto con el que encarna a un personaje mitad sabio y mitad loco que consigue enternecer al espectador. Su imagen recuerda en cierta manera a uno de los personajes de la serie de dibujos animados “Los Autos Locos”, al profesor Lokovich (en inglés, Pat Pending).
Sus apariciones suelen ir acompañadas de extraños aparatos: máquinas de volar, un péndulo de Foucault artesano o un extraño artefacto (con cierto parecido al que usaban los romanos para medir las millas de sus vías) que emplea para buscar el tesoro custodiado por la extraña mujer; en otras está enfrascado en labores de alquimia o investiga con tesón la temperatura corporal de las gallinas,  quizá en busca de la que pone los huevos de oro.
Casteleiro  falleció en 2016 a la edad de 77 años; en las noticias publicadas entonces se le describe como historiador, actor y director teatral. Había nacido en Ferrol, donde trabajó en sus astilleros; se trasladó a Barcelona para realizar estudios universitarios y, posteriormente, ejerció allí como profesor en varios centros públicos de enseñanza. Durante toda su vida se sintió atraído por el mundo de la escena en sus varias vertientes.

Ojalá esta entrada haya servido para despertar en el lector el interés por revisar esta película. Merece la pena.