sábado, 21 de marzo de 2020

LA EDAD DORADA DEL CARTOON AMERICANO. Animation Gossip 15.





En este nuevo Animation Gossip, María Lorenzo nos hablará de uno de los estudios más influyentes de la historia de la animación, los estudios Warner. Recordaremos a los míticos Looney Tunes y las Merry Melodies que son el paisaje mental de fondo de unas cuantas generaciones de televidentes y a todos los inolvidables personajes que lo poblaban: Bugs Bunny, Elmer Gruñón, Porky, el Pato Lucas, Piolín y Silvestre...y asus geniales creadores. Hablaremos de la edad de oro del cartoon norteamericano.Aquí tenéis el enlace para ver el vídeo:https://vimeo.com/353630707?fbclid=IwAR34Dwc8vPjinY8nSGKWgdRYsbFQP0w3aOE_xA3CwWHp6pBls7yVpNfco8k


El origen de los estudios Warner se remonta a 1930, cuando dos animadores, Hugh Harman y Rudolph Ising, comenzaron a realizar las series Looney Tunes y Merrie Melodies para el productor Leon Schlesinger (1884-1949), y que serían distribuidas por Warner Bros. Los estudios de animación Warner, propiamente dichos, se fundaron en 1933 y, aunque cerraron y reabrieron sus puertas repetidas veces durante los años 50 y 60, la producción de dibujos animados Warner, en realidad, nunca se ha interrumpido.


La época dorada del estudio abarca desde los años 30 hasta bien entrados los 50. En estas décadas trabajaron como directores de animación figuras tan importantes como Tex Avery, Friz Freleng, Frank Tashlin, Bob Clampett, Robert McKimson o Chuck Jones, aunque el éxito de Warner no se debió tanto a sus talentos individuales como a la capacidad que tuvieron para componer los pequeños equipos que produjeron los cartoons más rápidos y baratos de Hollywood.


Los estudios de animación Warner deben principalmente su fama a la consolidación de su propio Star System: personajes como Bugs Bunny, Elmer Gruñón o el cerdito Porky estuvieron presentes prácticamente desde el origen del estudio, pero su diseño y personalidad evolucionaron con él, adaptándose a los nuevos tiempos conforme se iban haciendo cargo de ellos los diferentes directores de animación.

Es muy difícil afirmar con precisión qué personaje fue inventado por quién. Lo que sí es cierto es que todos son parte de una creación colectiva. Por ejemplo, cuando Tex Avery definió las personalidades de Bugs Bunny y del pato Lucas, ambos eran muy semejantes y tenían reacciones muy alocadas. Más adelante, en manos de otros directores y, especialmente, de Chuck Jones, sus personalidades se convierten en antagónicas: Bugs Bunny se convierte en esa persona ingeniosa y de reacciones calculadas que todos querríamos ser, mientras que el pato Lucas es ese tipo irritable, mezquino y fácil de provocar… que somos casi todos.


Uno de los directores más veteranos del estudio fue Friz Freleng (1906-1995), que fue también el más premiado, llegando a ganar cuatro Oscars. A él se debe la creación de personajes como Piolín, el gato Silvestre o el iracundo Sam Bigotes.


Friz Freleng era de Kansas, prácticamente paisano de Walt Disney, y de hecho dio sus primeros pasos en la animación con él, animando las comedias de Alice y las del conejo Oswald. Pronto fundó su propio estudio junto con Harman y Ising, y cuando éste cerró por disputas económicas con Leon Schlesinger, Freleng fue promocionado a director principal de los estudios de animación Warner.

Friz Freleng

Freleng definiría pronto la línea del estudio con el cartoon I Haven’t Got a Hat (1935), dándole una poderosa caracterización al personaje de Porky. A partir de los años 40, el acting de los personajes animados por Freleng y su equipo ya era equiparable a la calidad de Disney, y decidió centrarse en los cartoons de Bugs Bunny y en los de los personajes que él mismo había creado, dando lugar a cartoons como Tweety Pie (1947), el oscarizado Bird Anonymous (1957), y también la saga de Speedy González.
Pero la carrera de Friz Freleng no se limitó a Warner. Tras la bancarrota de los estudios en 1963, Freleng y su compañero David DePatie fundaron su propia empresa, con la que empezarían a producir el famoso programa de televisión The Pink Panther Show.

Bob Clapmett

El productor del estudio Warner, Leon Schlesinger, vigilaba mucho los presupuestos, pero daba libertad creativa a sus directores. Así se puede entender que Bob Clampett (1913-1984) realizara aportaciones tan singulares a la animación Warner, con un altísimo grado de surrealismo.
Bob Clampett fue el creador de los primeros muñecos de Mickey Mouse, aunque se inició en la animación gracias a Friz Freleng, con quien colaboró en numerosos cartoons. A él se debe el primer diseño de Porky, y en 1937 se convirtió en director de animación en Warner.


Durante los nueve años que siguió trabajando en Warner, Bob Clampett realizó los cartoons más violentos, alocados y transgresores de la compañía, no exentos, a menudo, de caricaturas étnicas (Coal Black and de Sebben Dwarfs, 1943; Russian Rapsody, 1944). La influencia de Clampett fue determinante para que la compañía Warner se alejara definitivamente de los caminos marcados por Disney y se distinguiera por su atrevido sentido del humor. (Porky in Wackyland, 1938)
Sin embargo, si pensamos en los cartoons de la Warner, probablemente los primeros que nos vengan a la cabeza sean los que dirigió Chuck Jones.

Chuck Jones

Chuck Jones (1912-2002) decía que se dedicó a la animación porque creció cerca de los estudios de Hollywood, y tenía un lápiz. Se inició en la animación como ayudante de Ub Iwerks, y en 1933 se introdujo en Warner. Su estilo evolucionó con los años, llegando a utilizar con frecuencia la animación selectiva (The Dover Boys, 1942) y un sentido del humor cada vez más sofisticado.
Además, a Chuck Jones le iba la marcha porque, aunque no era un empleado de Disney, en 1941 pasó mucho tiempo apoyando a los piquetes de huelga de la compañía.


En 1944, sin abandonar Warner, dirigió un corto para la United Productions of America, que promocionaba a la reelección del presidente Roosevelt (Hell-Bent for Election). Sin duda, Chuck Jones fue el director más abierto e intelectual que tuvo la Warner, y aunque creó personajes tan icónicos como Coyote y Correcaminos, Marvin el Marciano o Pepe Le Pew, no dudó en animar un buen número de cortometrajes que no formaban partes de series, sino que exploraban ciertas premisas de la manera más cómica posible, dejándonos escenas realmente memorables (Feed the Kitty, 1952; A Froggy Evening, 1955).

Maurice Noble

Chuck Jones compuso un potente dúo con Maurice Noble (1911-2001), un antiguo concept artist de Disney, y que se convertiría en su colaborador de por vida. Noble interpretaba visualmente los guiones de Jones, aportando todo tipo de gags, y también redefinió la dirección de arte de la compañía, adoptando la simplicidad del diseño moderno. 

What´s Opera, Doc?, 1957
Tras su salida de Warner Bros en 1962, Chuck Jones fundó Sib Tower 12 Productions, con el que produjo mediometrajes y series de televisión la Metro Goldwin Mayer, tales como Tom y Jerry y especiales como El Grinch (1966). En 1965 obtuvo un Oscar por su estilizado cortometraje The Dot and the Line (1965), y en 1996 recibió otro honorífico por su labor en la industria cinematográfica. Chuck Jones no se retiró nunca.

El Grinch 

 La influencia de los estudios Warner en la cultura popular es inconmensurable. Los estudios debieron su éxito a un buen número de comedias protagonizadas por personajes carismáticos, que gustaron a pequeños y mayores y que, gracias al imperio comercial del que forman parte, han seguido vivas tras muchas generaciones. Y ahora sí, esto es todo, amigos.



Referencias bibliográficas:
Michael Barrier (1999), Hollywood Cartoons: American Animation in Its Golden Age
Giannalberto Bendazzi (2003), 110 años de cine de animación.
Chuck Jones (1991), “What’s Up, Down Under? Chuck Jones Talks at The Illusion of Life Conference”, en Alan Cholodenko, The Illusion of Life. Essays on Animation.
Margaret Selby (2000), Chuck Jones extremes & inbetweens. A life in animation.




lunes, 16 de marzo de 2020

TEX AVERY, EL REY DEL CARTOON. ANIMATION GOSSIP 14


En este nuevo Animation Gossip María Lorenzo nos habla de uno de los autores más geniales e influyentes de la historia de la animación, Tex Avery, el rey del cartoon. Aquí teneéis el enlace para disfrutar de la versión audiovidual: https://vimeo.com/353627088?fbclid=IwAR2xsNxRkok9s2L-NK44m3-dgDGwlgMfi-mfrxNNoGLhbVH2_xYcxLWqKq0.


La obra de Tex Avery, como también su vida, solo puede definirse como una increíble montaña rusa de emociones, con todas sus subidas y bajadas. Tex Avery fue probablemente el animador más paradigmático de su tiempo en Hollywood y, sin embargo, durante la segunda mitad de su carrera conoció todas las miserias posibles.


            Frederick Bean Avery, más conocido como Tex, nació en Texas en 1908 y murió en 1980 en California. Siendo muy joven, cogió su coche junto con un puñado de amigos para visitar Los Ángeles y se quedó tan prendado del sitio que decidió dejar tirados a sus colegas y no volver jamás a Texas. Allí decidió subsistir realizando caricaturas para periódicos y, con frecuencia, dormía directamente sobre la arena de la playa.
            Hacia 1930, Tex Avery había empezado a trabajar como animador en el estudio de Walter Lantz, donde sufrió un desafortunado accidente: en medio de una pelea de bolas de papel mojado, le impactó en el ojo izquierdo una bola que llevaba en su interior un clip metálico. Como consecuencia, Tex Avery perdió permanentemente la visión en ese ojo.


            Algunos teóricos sugieren que el estilo visual de Tex Avery, donde es frecuente que nos presente un mundo artificioso e incluso bidimensional, se debe a la falta de visión en ese ojo. Otros argumentan que ese accidente inesperado sentó las bases de su humor, donde la falta de anticipación es fundamental para que se puedan producir equívocos cómicos.
            Lo que sí es seguro es que esta deficiencia física le acarreó toda su vida un enorme complejo de inferioridad, temiendo siempre ser despedido, de forma que durante toda su carrera tendió a una peligrosa adicción al trabajo.
            Al mismo tiempo, Tex Avery siempre fue optimista y ambicioso. En 1935 ingresó en un nuevo estudio que había creado Leon Schlesinger, la futura división de animación de la Warner, que se había instalado en un bungalow de madera al que llamaban cariñosamente “Terraza termita”.


            La labor de Tex Avery sería fundamental para dirigir los pasos futuros del estudio, siempre en la búsqueda de un humor irreverente, atrevido y, sobre todo, absolutamente contrario a los clichés de Disney. A su vez, contribuyó decisivamente a perfilar la personalidad de las principales estrellas del estudio, como Porky, Bugs Bunny o el pato Lucas.


            En tan solo seis años, Tex Avery dirigió o colaboró en la producción de 60 cartoons. Sin embargo, este período terminó cuando el productor de Warner no le permitió incluir una frase de Bugs Bunny que podía entenderse con un contenido sexual. Deseando desarrollar nuevas ideas que ya no tenían cabida en Warner, en 1941 Tex Avery abandona la compañía para ingresar primero en Paramount y, después, en Metro Goldwin Mayer.
 
The Blitz Wolf
            Su período en la Metro fue el más fructífero y recordado de su carrera, realizando cartoons con altísima calidad de animación, mejores presupuestos y mucho ingenio visual. En Metro Goldwin Mayer se habían propuesto destronar a Disney de la supremacía de los cortometrajes y el resultado no se hizo esperar: el primer corto de Avery en MGM, “The Blitz Wolf”, fue nominado a los Oscars de 1942. Sin embargo, esta situación aparentemente privilegiada tenía un reverso inquietante. Fred Quimby, el productor de cartoons de la Metro, tenía su dúo de animadores favoritos: William Hanna y Joseph Barbera, que en sus 15 años de recorrido con la serie de Tom y Jerry le granjearon a la compañía nada menos que 7 premios Oscar.


            La rivalidad con el dúo Hanna-Barbera ejerció una fuerte presión en Avery, que se veía obligado a competir a cualquier precio. La serie Tom y Jerry, aunque tenía una animación muy clásica, basaba sus gags en una inusitada violencia física. Tex Avery no solo replicó esta fórmula sino que imprimió a sus cartoons un ritmo frenético y, sobre todo, un sentido muy disruptivo del humor, fomentando unas expectativas en el público y defraudándolas acto seguido, para provocar la risa ante lo absurdo.
Lucky Ducky

            Tex Avery estaba obsesionado con la idea de que, en animación, todo es posible. Esta idea fundamenta el giro visual: cuando se desplaza nuestra atención desde la acción hacia la forma de la narración, para darnos cuenta de que lo que estamos viendo no es más que un dibujo animado. De esta manera, Tex Avery creó una original retórica de la imagen, ideando todo tipo de giros metalingüísticos y volviendo literales algunas figuras del lenguaje.
 
The Shooting of Dan McGoo

           El erotismo implícito también fue un elemento fundamental en la obra de Avery, y es realmente singular que durante dos décadas fuera capaz de escapar a la censura del código Hays.
Red Hot Riding Hood.

 Más adelante, el humor de Avery se volvió más sosegado y económico, jugando con temas contemporáneos y con un estilo muy selectivo de animación.

Symphony in Slang


            Sin embargo, en 1953, ante la inminente crisis de los cartoons para cine, Fred Quimby comenzó a desmantelar la unidad de animación de la Metro, y el primer director del que prescindió fue, precisamente, Tex Avery.
            Tras un breve período en Walter Lantz Productions, Avery se lanzó a hacer publicidad pero su irreverente estilo de humor no encajó con los nuevos tiempos.
 
Bandito Frito

Paralelamente, en el plano personal, Avery se enfrentó a dos catástrofes: la muerte de su hijo mayor por sobredosis y la ruptura de su matrimonio.
            Irónicamente, Avery pasó sus últimos años escribiendo guiones para sus antiguos rivales, el dúo Hanna Barbera. Por si le faltaba algo, Tex Avery enfermó de dos cánceres, de pulmón e hígado pero, como carecía de seguro médico, tuvo que seguir trabajando hasta días antes de su muerte.

            Tex Avery fue un artista natural y espontáneo que contribuyó de manera decisiva a construir el humor visual del siglo XX. No apostó por realizar series sino que concebía cada cortometraje como una obra acabada. Evitó todos los estereotipos posibles y fundamentó su puesta en escena en la sorpresa y la risa irónica. La obra de Avery conoció un importante renacer a finales de los 90, cuando Cartoon Network y Nickleodeon lo tomaron como ejemplo definitivo para configurar las series televisivas del siglo XXI.




Referencias bibliográficas:
Giannalberto Bendazzi (2003), 110 años de cine de animación.
John Canemaker (1996), Tex Avery: The MGM Years, 1942-1955.
David Flórez (1982), Caminando en círculos, “100 cortos animados” (encirculos.blogspot.com).
John Needham (1988), Portrait of Tex Avery (reportaje) (https://www.youtube.com/watch?v=CjeelKD_z3E).
Barrier, Michael (1999). Hollywood Cartoons: American Animation in Its Golden Age.
Adamson, Joe (1975). Tex Avery: King of Cartoons.

Red Hot Ridding Hood.