miércoles, 30 de diciembre de 2020

¡SILENCIO, SE RUEDA! PARÍS-BERLÍN-HOLLYWOOD, 1910-1939.


Silence, on tourne! es una maravillosa exposición que puede verse en el Palacio de Festivales de Cannes hasta el 26 de agosto de 2018. Producida por la Cinemateca francesa, traza la historia del cine en su segunda etapa, tras la fase de los pioneros iniciada en 1895. Hacia 1910 el cine ya había alcanzado un grado muy notable de sofisticación técnica y se pobló de rutilantes estrellas para dar vida a costosos largometrajes.
La muestra se estructura en torno a diez temas que, a su vez, cabe agrupar en diferentes bloques, como el técnico (iluminación, decorados, sonido...), el trabajo de realización y dirección de actores, la vida cotidiana en el plató, la fotografía de grupos y las fotos de broma (burlesque). Además de ello, se dedican secciones a los más destacados cineastas de aquel momento: Erich von Stroheim, David W. Griffith, Abel Gance, Jean Renoir, Ernst Lubistch, King Vidor, Fritz Lang, Friedrich W. Murnau, Cecil B. DeMille y René Clair.
La exposición se centra así en el período de esplendor que vivió la cinematografía hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en tres ejes espaciales, París, Berlín y Hollywood, que rivalizaban entre sí por dominar la ya potentísima industria del cine. También ilustra el tránsito de cineastas, técnicos y actores desde Europa hasta Hollywood, con frecuencia motivado por el avance del opresor nazismo. Y, por supuesto, no falta la deslumbrante presencia de las grandes divas de la época: Greta Garbo, Marlene Dietrich, Jeanette MacDonald, Claudette Colbert, Mary Pickford, Pola Negri...
La amplia selección de fotografías, aparatos de rodaje y vestuario evoca la atmósfera de los estudios en el paso del cine mudo a las películas habladas. La presencia de fotógrafos de rodaje en los platós, habitual desde 1900, como testigos de un momento de vertiginoso desarrollo técnico y estético, nos trae de vuelta el cine tras la cámara, un ambiente fascinante, divertido, innovador y que ilustra aspectos desconocidos de esta época legendaria, en la que se forjó el star system

De Pathé a Mitchell
Uno de los aspectos más interesantes del tránsito del cine mudo al sonoro son las razones para el abandono de la famosa cámara Pathé, que se impuso en el mercado porque resultaba fácil de manipular y de trasladar. Fue rápidamente sustituida por la cámara Mitchell, que tenía un mecanismo silencioso y que triunfó cuando comenzaron las películas sonoras en 1927, pues el ruido de la manivela de la cámara Pathé resultaba incompatible con las nuevas exigencias de grabación. Ello acarreó que los estudios franceses Pathé y Gaumont, antes entre los más competitivos, se viesen desfasados con el advenimiento de la era sonora. Por cierto, las películas "mudas" empezaron a denominarse así cuando se rodaron las "talkies", pues solo entonces existió un elemento de contraste que justificara una etiqueta propia de identificación.
Las películas sonoras impusieron una renovación absoluta del modo de trabajo en cuanto a estética y a técnicas de actuación y dicción más naturales. No podía faltar en la exposición el genial y divertidísimo homenaje a esa revolución cinematográfica que es Cantando bajo la lluvia ( 1952) de Stanley Donen.

Otra parte estupenda es Estrellas y aparatos, con fotografías de los más carismáticos actores asumiendo funciones de rodaje, como Maurice Chevalier examinando un rollo como si se tratase de un montador; una diminuta Mary Pickford (arriba) encaramada a la cámara en La pequeña Annie (1925); John Wayne mirando el visor de una Mitchell como reportero de guerra en Cover the War (1937); o la espléndida fotografía de Clark Gable y Mirna Loy, "el Rey" y "la Reina" de Hollywood, en Sucedió en China (1938) de Jack Conway, situados ante una cámara de reportero capaz de grabar imagen y sonido, imagen que sirve de cartel a la muestra.
En el apartado Luces vemos a Ingrid Bergman ante un proyector Mole-Richardson con ampolla incandescente en el set de rodaje de Intermezzo (1939), de Gregory Ratoff, un remake de la película del mismo nombre que ya había rodado en Suecia bajo las órdenes de Gustav Molander y que la había lanzado a la fama en 1936. También podemos ver a Johnny Weismuller y Maureen O ´Sullivan mirando muy sonrientes, a través del mismo aparato, en el plató de Tarzán, dirigida por W. S. Van Dyke en 1932. Estado de naturaleza y tecnología avanzada en un ingenioso contraste.

En Decors aprendemos que los primeros decorados procedían del teatro, de la ópera, o del music hall. pero también se hacía ilusionismo con las perspectivas en trampantojo. Sobre todo Georges Méliès, en su estudio de Montreuil, pero también los estudios Pathé, Gaumont y Film d ´Art, fueron pioneros en un arte difícil y tremendamente artesanal. Fue la monumental Cabiria, del italiano Giovanni Pastrone, en 1913, la que supuso el abandono de los diseños de trompe l'oeil en favor de gigantescos decorados, en lo que destacarían Griffith en Intolerancia (1916) y que sería el sello personal de Cecil B de Mille. La foto más sorprendente corresponde al decorado de Esposas frívolas (1921) de Von Stroheim, para la que se llevó a cabo la reconstrucción de lujoso casino de Montecarlo, lo que convirtió a esta película en la más cara hasta entonces rodada.
Entre los alemanes también destacan los decorados expresionistas de El gabinete del Doctor CaligariFausto, NosferatuLos Nibelungos y, por supuesto, ese prodigio inclasificable que es Metrópolis (1927) de Fritz Lang.


Frente al trabajo solitario de Méliès, un auténtico hombre orquesta que, a la postre, lamentablemente, se vio abocado a la ruina y al olvido temporal, la verdadera empresa cinematográfica se basa en un trabajo de Equipos -otro apartado de la muestra-, en los que cada talento realiza su aportación en su respectivo ámbito especializado.
En Dirección de actores se nos formula la tópica pregunta del huevo y la gallina: ¿Josef von Sternberg modeló a Marlene Dietrich o fue al contrario? Vemos igualmente fotos de John Ford rodando La mascota del regimiento (1937) con Shirley Temple, Howard Hawks con Cary Grant formando una carismática pareja con la incipiente estrella Rita Hayworth en Solo los ángeles tienen alas (1939), o la belleza atemporal de Marlene Dietrich en Deseo (1936), de Franz Borzage, una de mis películas favoritas.

Burlesque recoge los frecuentes momentos de relax durante los rodajes, una forma de desahogar las tensiones acumuladas por el intenso y prolongado trabajo de equipo. Algunos actores imitan al director, megáfono en mano, burlándose un tanto de sus severas instrucciones.

En Sonido aprendemos que las primeras palabras que se registraron fueron "Are the rest of you ready? Go ahead!", en 1894, fecha en que se rodó el primer film sonoro con el kinetoscopio de Edison. El cine mudo venía acompañado no solo de música sino también de ruidos alusivos a la acción y de comentarios que acentuaban su dramatismo para poner a los espectadores en situación. En América triunfó el Vitaphone sobre el Cronophone de los estudios Gaumont. La película El cantor de jazz de 1927 impuso el cine sonoro sin vuelta atrás, aunque aquel sistema fue sustituido, al cabo de pocos años, por el Photophone, que utilizaba una célula fotoelécctrica para registrar el sonido. Sin duda fue una época de acelerada investigación tecnológica (si os interesa el tema, aquí podéis acceder a amplia información: http://anthropocinema.blogspot.com/2018/05/dracula-y-mina-en-el-cinematografo.html). Las nuevas técnicas revolucionaron el rodaje, con la necesidad de sincronizar los micrófonos (recordemos la satírica escena de rodaje con sonido desacompasado entre Lina Lamont/Jean Hagen y Don Lockwood/Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia), y también el sistema de doblaje, con equipos de rodaje nocturno de otras nacionalidades cuando las grandes estrellas no podían ser sustituidas. Por ejemplo, El Gordo y El Flaco, Stan Laurel y Oliver Hardy, se doblaban a sí mismos a otros idiomas. El cine sonoro impuso igualmente importantes cambios en las salas de proyección. Grandes astros vieron declinar su carrera, como John Gilbert, como narran El crepúsculo de los dioses (1950) de Billy Wilder o The Artist (2011), de Michael Hazanavicius. Solo unas pocas estrellas, como Greta Garbo o Marlene Dietrich, fueron capaces de reciclarse y mantener su liderazgo en la industria del cine.
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Como nos cuenta Tournages, el espléndido catálogo de la exposición, cuya información (solo disponible en francés) estoy utilizando en gran parte para esta entrada, David W. Griffith (1875-1948) fue uno de los padres fundadores del lenguaje cinematográfico. Elaboró una nueva gramática técnica y artística en cuanto a producción, dirección de actores y montaje. Hizo del cine un gran espectáculo con El nacimiento de una nación, 1915, e Intolerancia, 1916. Pero también rodó dramas intimistas como Las dos hermanitas, con algunas de sus actrices predilectas, Lilian y Dorothy Gish. Después de su primer filme sonoro, en 1930, Abraham Lincoln, se retiró del cine.


Cecil B. DeMille (1881-1959), realizador, productor, escenógrafo, montador y actor, fue uno de los directores más eclécticos de su generación. Rodó westerns, películas históricas ( Las cruzadas, The Buccaneer, Cleopatra), o bíblicas (Los diez mandamientos, de 1923, o Rey de Reyes, 1927), comedias, dramas o parábolas inclasificables (Madam Satan), abordando todos los géneros cinematográficos. Fiel a sus actores y a sus técnicos, ya había realizado, en 1939, setenta y dos filmes del total de ochenta que dirigió a lo largo de su carrera.


La carrera de King Vidor (1894-1982) fue excepcionalmente longeva. Comenzó en 1913 y consiguió un gran triunfo con El gran desfile de 1925, película a la que seguirían otras obras maestras del cine mudo. Realizó su primer filme sonoro en 1929, un musical titulado Hallelujah! (en la fotografía de arriba) con un reparto enteramente de color.


Friedrich W. Murnau (1888-1931) puede ser considerado uno de los grandes maestros de las luces y sombras. Fue autor de grandes obras expresionistas como Nosferatu y Fausto, de películas humanistas como Amanecer y de documentales como Tabú. Realizó diecisiete filmes en Alemania entre 1919 y 1926, tras lo cual marchó a los Estados Unidos, donde solo cuatro de sus películas vieron finalmente la luz. Su fulgurante carrera fue interrumpida por un accidente de automóvil. Murió con solo 43 años. Sus exequias tuvieron lugar en Berlín, estando presentes el documentalista Robert Flaherty, que había sido su socio, el célebre actor Emil Jannings, Greta Garbo y Fritz Lang, quien pronunció el elogio fúnebre.

Rodaje de "Metrópolis"
Nacido en Viena, Fritz Lang (1890-1976) llevó a cabo grandes obras maestras en su periodo alemán (Las tres luces -que decantó la elección profesional de un Buñuel dubitativo con su futuro-, Mabuse, Los Nibelungos, Metrópolis, Una mujer en la luna, M el vampiro de Düsseldorf ). En Francia rodó Liliom en 1934 y el año siguiente comenzó su andadura en Estados Unidos, en donde se convirtió en uno de los realizadores fundamentales en las dos décadas siguientes, dirigiendo títulos clave en el cine noir. Huido del nazismo, Fritz Lang denunció toda clase de intolerancia y opresión, de manera muy versátil, a través de géneros tan diversos como el western, el cine policiaco o de aventuras.
Ernst Lubitsch (1892-1947) nació en Berlín. Fue escenógrafo, productor, actor y uno de los directores más talentosos y polifacéticos de su generación. Desde 1912 participó en una treintena de películas antes de pasar a la dirección con éxitos tales como El abanico de Lady Windermere o El príncipe estudiante. Dirigió a Pola Negri, su musa en Madame Dubarry, antes de marchar a Estados Unidos en 1923. Allí comenzó a dirigir a una pareja carismática, Jeanette MacDonald y Maurice Chevalier ( El desfile del amor, Una hora contigo, La viuda alegre, Montecarlo). También rodó con la Dietrich ( Ángel) y con la Garbo, que nunca estuvo más natural e inolvidable que en Ninotchka (1939). Junto con Hitchcock, Lubitsch es el director que más veces utilizo su propia imagen para publicitar sus películas.
Rodaje de J´Accuse. Abel Gance a la dcha.
Visionario realizador, escenógrafo, productor, actor y montador, Abel Gance (1889-1981) fue precursor en numerosos campos estéticos y técnicos, como atestigua su obra maestra Napoleón, de 1927. Después de su debut como actor, en 1909, en Molière, creó su propia productora y dirigió su primera película, La Digue, diez años más tarde. Después vendrían Mater Dolorosa, en 1917, y J´accuse, en 1919, obra antimilitarista de la que posteriormente realizaría una versión sonora, para abordar La Roue en 1923, una obra calificada como paroxística. En 1939 rodó Paradis perdu, un filme premonitorio de los momentos oscuros que se avecinaban.


René Clair (1898-1981), uno de los directores franceses más emblemáticos, debutó como actor en la compañía Gaumont. En 1924 rodó una obra vanguardista, Entr´acte, con la complicidad de Satie, Picabia, Duchamp Man Ray. Después dirigió una ensoñación poética, El viaje imaginario, en 1926. Pese a su renuencia inicial a aceptar el cine sonoro, consiguió grandes éxitos con Bajo los techos de París, Viva la libertad o El fantasma va al oeste. Marchó a Estados Unidos en 1940, donde continuó cosechando taquillazos.



Jean Renoir (1894-1979), hijo del pintor Pierre-Auguste Renoir, decidió pronto su dedicación al cine y se apropió de los géneros más diversos: obras históricas como La Marsellesa, adaptaciones de novelas como Nana, de Zola, o Madame Bovary, de Flaubert,  películas policíacas (La Chienne) y los rodajes en localizaciones exteriores (Toni, La gran ilusión, La regla del juego). Con la guerra, esta última fue prohibida en 1939, lo que determinó que Renoir se exiliase en Roma, donde colaboró brevemente en Tosca antes de marchar a Estados Unidos.


Erich von Stroheim (1885-1957) fue otro genio multitarea: director, escenógrafo, productor y destacadísimo actor. Fue el primer vienés que desembarcó en Hollywood, en 1909. Desde su primera película, en 1919, se hizo famoso por sus tensas relaciones con los productores. Firmó obras maestras como Esposas frívolas, Les Rapaces (cuyo metraje originario fue de ocho horas), Sinfonía nupcial La Reina Kelly. Rodó su última película en 1933, consagrándose desde entonces, exclusivamente, a su carrera de actor.
La bellísima Gloria Swanson
En definitiva, Silence, on tourné! es una extraordinaria oportunidad para descubrir, con una reflexión metafílmica, los más diversos aspectos acerca de y detrás del rodaje, con bellísimas fotografías en blanco y negro,-que nunca defrauda-, y mediante una visión envolvente de los tres puntos de ebullición creativa más poderosos de la primera mitad del siglo XX. De manera nada casual la exposición se detiene justo en el momento en que el cine, durante seis de los más lamentables años en la historia de la humanidad, dejó el arte un tanto de lado para hacer propaganda de la causa aliada. Aún así, películas tan memorables como Casablanca (1941) alzarían un vuelo eterno, apartándose de lo que fue el acuciante día a día de aquella interminable guerra, para hablarnos de valores perennes y universales. También la guerra se llevó a Hollywood los mejores realizadores europeos. Ese exilio acabó con la pujanza de las cinematografías del Viejo Continente, que siguen haciendo esfuerzos para mantener un lenguaje y una estética propios frente al rodillo hollywoodiense.


Fuentes consultadas:
-Champion, Isabelle; Mannoni, Laurent: Tournages. Paris-Berlin-Hollywood 1910-1939. LePassage, 2018.