miércoles, 11 de diciembre de 2019

SEGUNDO DE CHOMÓN. TRUCAJES DE CINE. Animation Gossip 11.


En esta ocasión María Lorenzo aborda una figura fascinante, el pionero de los trucajes en el cine: Segundo de Chomón. Debería ser un motivo enorme de orgullo contar con este genio del cine entre nosotros. Os invitamos a profundizar en su vida y obra. Y aquí os pongo el enlace para que podáis disfrutar del fantástico audiovisual que ha preparado la autora: https://vimeo.com/353207797?fbclid=IwAR3SCYHNhsUn3mfWrrlofeh3jQNvDRzLsF3YIFTZTnC95weD1IjeMFtQz_U


Segundo de Chomón nace en Teruel en 1871, y muere en París en 1929. Fue uno de los primeros maestros de los efectos visuales en el cine, y un pionero de la animación en volumen. Aunque se le ha comparado frecuentemente con Méliès, Segundo de Chomón fue el primero en muchas cosas. A él se deben las animaciones stop-motion más antiguas donde se emplearon pastas maleables, y también inventó una curiosa combinación de animación de objetos con la actuación de seres humanos fotograma a fotograma: la pixiliación.
Se sabe muy poco de los primeros años de Segundo de Chomón, pero se cree que ya vivía en París en 1895, cuando los hermanos Lumière mostraron públicamente el Cinematógrafo. Con todo, el verdadero motivo por el que estaba en París fue una mujer: Julienne Mathieu (1874-1944), una actriz de vodevil  con la que se casará y que sería la futura protagonista de muchas de sus películas.


Sin embargo, Chomón es llamado a filas y forma parte del ejército español durante la Guerra de Cuba. Mientras, su mujer, para mantener a la familia, trabajó fatigosamente en una cadena de pintado a mano de películas, cuyo principal cliente era la productora Star Films de Méliès.
A su regreso de la guerra, Chomón mostró curiosidad por el coloreado de películas, para el cual usaban pintura de anilina, y mejoró el procedimiento implementando el uso de diversas plantillas. La pareja se estableció en Barcelona y allí crearon un estudio de coloreado de filmes que daba servicio a toda Europa, pero especialmente a la compañía filial de los Lumière: la casa Pathé.
Pero además, Chomón estaba interesado en los efectos visuales del cine y se cree que en torno a 1902 fue capaz de deducir por sí mismo el principio de la animación stop-motion, que él llamará “de paso de manivela”. De hecho, Chomón construyó una cámara de cine expresamente para poder parar la animación fotograma a fotograma, pudiendo ir hacia atrás y hacia adelante cuando fuera necesario. Con esa cámara comenzó a hacer sus propias películas, comenzando por Choque de trenes (1902).

En esa misma época, en París, la productora Gaumont estaba haciendo una fortuna con las películas de Émile Cohl, y Georges Méliès otro tanto con sus películas de trucajes. Por este motivo, la tercera compañía rival, Pathé, que además era la más poderosa porque tenía el monopolio sobre el celuloide virgen, ofreció a Chomón un sustancioso contrato para dirigir sus propias películas de trucajes. Chomón llevaba camino de convertirse en el Spielberg de la época.
El teatro de Bob, 1909

Algunas de sus primeras películas emulaban descaradamente el cine de Méliès, práctica habitual en la época y que contribuyó a que el público se cansase pronto del género de las féeries; pero entre 1905 y 1909, Chomón hizo algo nuevo, desarrollando al máximo la técnica de stop-motion, combinándola con los trucos que ya existían, como la doble exposición del negativo, o los escamoteos, como en La cueva de la bruja, 1906 o Los huevos de Pascua, 1907.
Por ejemplo, en sus películas La casa embrujada (1906) y Una excursión incoherente (1909), Chomón toma la premisa de La mansión encantada de James Stuart Blackton, aunque les aplica gran variedad de trucajes y de animación.
Una excursión incoherente

A su vez, la doble exposición del negativo era un procedimiento desarrollado por Méliès, que se puede considerar un antecedente del Chroma key. Consiste en grabar una secuencia reservando una parte del escenario pintada en negro. 


 El color negro no impresiona la película, de forma que se puede retroceder y volver a grabar encima, teniendo cuidado de que la segunda secuencia coincida con la primera. De esta manera se pueden combinar entre sí personajes en distintas escalas, como hace Chomón en Los huevos de Pascua (1907).
El escultor moderno

Al contrario que Méliès, de quien no se conoce ninguna animación fotograma a fotograma, las aportaciones de Chomón al desarrollo temprano de la animación stop-motion son indudables. Con El escultor moderno (1908), Chomón rueda por primera vez una animación realizada en arcilla, mostrando cómo una escultura se modela espontáneamente ante nuestros ojos. El teatro eléctrico de Bob (1909) será también una de las primeras películas que incorporen animación de muñecos. En Sombras chinescas, de 1908, se adelanta al trabajo de Lotte Reiniger, e incluso en Sinfonía extraña (1909) realizará animación mural por primera vez.

El diablo se divierte

Sin duda, su película más recordada es El hotel eléctrico, de 1908, donde utiliza por primera vez  la pixiliación: una técnica que nunca ha perdido su frescura y originalidad, muy frecuente en el videoclip animado de los 80, y que también ha sido empleada por animadores  experimentales como Norman McLaren.
El hotel eleéctrico

En 1909, Pathé Films redirige la producción de películas hacia ficciones de tipo realista, y Chomón decide regresar a Barcelona para realizar sus propias películas, algunas de tipo histórico, y otras abiertamente de fantasía como Metamorfosis, 1912 (abajo).

En 1912, tras tener que cerrar su compañía, recibe una oferta de Itala Films para realizar efectos visuales en las primeras superproducciones europeas, entre la que destacó Cabiria (Giovanni Pastore, 1914). Aunque en esta época se centró en su oficio de director de fotografía, también filmó su película La guerra y el sueño de Momi (1917), uno de cuyos fotogramas podemos ver abajo, y que un verdadero antecedente de la saga Toy Story
Su última colaboración fue en la película épica de Abel Gance, Napoleón, de 1927. Chomón murió de una enfermedad en Marruecos, en 1929, donde había ido a investigar las posibilidades de la película en color.

Segundo de Chomón fue uno de los principales pioneros del cine español, y del cine de animación en general, pero además también fue un cineasta con un carácter muy innovador, que siguió realizando películas muchos años después de que Émile Cohl y Georges Méliès fueran prácticamente olvidados. No solo fue un gran truquista, sino también un narrador imaginativo que se dio cuenta de que el cine primitivo debía superar su estado de cine de las atracciones, heredero del teatro y del vodevil, y convertirse en un espectáculo sin ningún tipo de limitación.



Bibliografía:
Ramón Àlos (2015), El hombre que quiso ser Segundo (película).
Giannalberto Bendazzi (2003), 110 años de cine de animación.
Adrián Encinas Salamanca (2017), Animando lo imposible. Los orígenes de la animación stop-motion (1899-1945).
Joan M. Minguet Batllori (2009), Segundo de Chomón. El cinema de la fascinació.


Ver en Veomac:


jueves, 14 de noviembre de 2019

CHARLEY BOWERS. ANIMACIÓN Y LA MODERNIDAD INDUSTRIAL. Animation Gossip 10.


En este nuevo Animation Gossip María Lorenzo nos habla de uno de los pioneros más inusuales de la animación: Charley Bowers. Aquí tenéis el enlace del vídeo: https://vimeo.com/353205158?fbclid=IwAR2Xg-lGlXqtSx0hqV4x4O4UT1Wl_AA6kFamcGStLJrMOzYFdgEDLLmJvxg
Charley Bowers, nacido en 1889 y fallecido en 1946, es un raro ejemplo de animador que, en una vida relativamente corta, toca todos los palos. Comenzó siendo el principal animador de uno de los primeros estudios que producía series cartoon en Estados Unidos, el estudio de Raoul Barré, y finalmente se estableció de forma independiente para realizar un género muy peculiar de comedia slapstick, donde mezclaba acción real con animación de personajes en stop-motion.
Parte de la vida de Bowers tiene aún un halo de misterio. Él afirmaba que de pequeño había aprendido a caminar por la cuerda floja, y que por esta razón lo raptó el dueño de un circo, donde estuvo trabajando varios años hasta que lo reconoció su tío. Gracias a este reencuentro volvió a su casa, donde llegó a tiempo de ver morir a su padre. Obligado entonces a mantener a su familia, tuvo diversos oficios, como funambulista, cowboy, domador de caballos y diseñador de escenarios. Un accidente lo alejó del circo, que cambió por el teatro, donde solía hacer papeles de niño… porque era bajito. 


Si os habéis creído una sola palabra de esta rocambolesca historia, vamos por buen camino. Por lo menos sabemos con seguridad que en 1912 estaba dibujando caricaturas para dos periódicos de Chicago, y que su talento le abrió las puertas de los estudios de animación, donde trabajaría en adaptaciones de cómics famosos, como Bringing Up Father de Geo McManus.



Hay que decir que en la década de 1910, al igual que estaba sucediendo en las fábricas de automóviles, el fordismo se estaba introduciendo en todos los aspectos de la producción industrial en Norteamérica, y la animación no fue una excepción. Los primeros estudios de animación que se establecieron en la costa Este de Estados Unidos implementaron inmediatamente la misma filosofía de división del trabajo, aumento de productividad y reducción de costes. El aspecto artístico no era importante; de hecho, se prefería que los animadores vinieran estrictamente del mundo de la caricatura, y no de las Bellas Artes, precisamente porque las primeras series americanas de animación se nutrían de los cómics. 


El principal estudio de animación de esta época fue el Bray Pictures Corporation, al que se debe un método de animación muy proclive a una gran división de tareas: la animación con acetatos. A éste siguieron el estudio fundado por William Randolph Hearst, International Film Service; el estudio TerryToons, que sería uno de los más longevos del mundo; y el estudio de Raoul Barré, donde trabajaría Charley Bowers.

Raoul Barré
En el estudio de Raoul Barré estaban produciendo una famosa serie basada en un cómic de Bud Fisher, socio y colaborador del estudio. Mutt & Jeff era un cómic muy popular, y el éxito de la serie de animación, que se produjo entre 1913 y 1922, no se hizo esperar. Charley Bowers entró a trabajar en el estudio en 1916, ofreciéndose como socio, pasando a llamarse el estudio Barré-Bowers.

Bud Fischer
Hay que decir que, un año después, Bowers hizo tratos con Bud Fischer a espaldas de Raoul Barré, y al final echaron a Barré de su propia compañía. Raoul Barré se fue a pintar a su casa.



La serie de Mutt & Jeff llegó a tener 200 episodios, en los que era frecuente que los personajes la liaran utilizando máquinas muy sofisticadas para hacer cosas realmente simples, como por ejemplo, darle la vuelta a las tortitas en la cocina o servir el desayuno. A este tipo de mecanismos absurdos se les llama máquinas rubegoldbergianas, en honor a su creador, el dibujante de cómics Rube Goldberg. Era algo parecido al “efecto mariposa” de El Hormiguero.

Máqina rube Goldberg

Después de disolver su sociedad con Bud Fisher y acabar los cartoons de Mutt & Jeff, Charley Bowers se asoció con el cineasta Harold L. Muller, con quien se trasladó a Nueva York para rodar una docena de cortometrajes, de los cuales solo han sobrevivido siete.


Hablaremos ahora de Bricolo, el personaje creado por Charley Bowers. En sus comedias suelen fabricarse máquinas ingeniosas que nunca responden como uno espera, y están siempre protagonizadas por el personaje interpretado por el propio Bowers, Bricolo, una especie de genio despistado, siempre sin un céntimo, obsesionado a partes iguales con las mujeres y con la tecnología.
Charley Bowers aportó al género slapstick un toque de absurda modernidad, al introducir el bricolaje visionario en casi todas sus tramas. El slapstick es un subgénero de la comedia que se caracteriza por presentar acciones exageradas de violencia física, pero sin consecuencias proporcionales. Pero también tiene una fuerte relación con el humor visual, como sucedía en las películas de Buster Keaton, donde a menudo la puesta en escena es lo que sirve para crear equívocos y sorpresas.


Las películas mixtas de acción real y animación de Charley Bowers son un ejemplo de lo que Freud llamaba “lo inquietante”, lo que no es familiar. Con sus máquinas de fabricar huevos irrompibles, sus plantas modificadas en que florecen gatos, o sus aves devoradoras de metal y que ponen coches, el visionario Bowers demostraba que la vida no le era suficiente y necesitaba desesperadamente la invención. No es extraño, por tanto, que los Surrealistas adorasen su obra, desde André Breton hasta Rafael Alberti, que le dedicó un poema:

El polo negativo no puede ser ni mucho menos
igual que el positivo
para la creación de un fantasma.
De la urgente necesidad de asustar a los niños
y del deber que tiene un ingeniero de espantar a
todo trance las hadas
Aisladores,
latones viejos y muelles rotos de las camas.

Y tantísimos otros quebraderos científicos, Odette
mía,
para morir airadamente y a manos de una sardina.
                                                                                Charles Bowers. Difunto inventor. *

A partir de los años 30, la actividad de Charley Bowers se difumina. En esta última época destaca el publirreportaje Pete-Roleum and his Cousins (1939), realizado enteramente en stop-motion. Su última película, Wild Oysters, data de 1941. Bowers se dedicó desde entonces a la ilustración para prensa, hasta que una enfermedad le impidió seguir dibujando, y finalmente sucumbió.

Pete Roleum

Charley Bowers fue un realizador con una marcada personalidad, que alcanzó un gran éxito en todo el mundo hacia el final de los años veinte. Sin embargo, sus películas se perdieron y, después de su muerte, quedó relegado al olvido.
Sin embargo, es evidente que las invenciones de Bowers, caracterizado como Bricolo, se adelantaron a los productos marca Acme de la Warner, y también a los cachivaches de dudosa utilidad de Wallace & Gromit. Su figura se reivindicó a partir de 2001, cuando se descubrieron copias de 15 de sus cortometrajes en Francia. Por esta razón, y porque aún quedan más películas suyas por redescubrir, Charley Bowers es una figura fascinante para los historiadores, y un realizador entretenido y refrescante para todos los públicos.
 
There it is
Bibliografía:
Giannalberto Bendazzi (2003), 110 años de cine de animación.
Cine para gourmets (2010), “Charley Bowers, el gran olvidado” (http://soloparagourmets.blogspot.com.es).
Donald Crafton (1982), Before Mickey: The Animated Film (1898-1928).
Adrián Encinas Salamanca (2017), Animando lo imposible. Los orígenes de la animación stop-motion (1899-1945).
Pedro A. Martín (2009), CineAstoria (https://cineastoria.wordpress.com).
William Solomon (2006), “Charley Bowers and Industrial Modernity”, Modernist Cultures, Vol. 2 (2).

A Wild Roomer


Enlaces a los cortos de Bowers:


-Now You tell one (1926):

-I’t’s a Bird (1930):

-A Wild Roomer (1926):

-Many a slip (1927):

-A Sleepless Night (1940):

 
It ´s a bird

CHARLES BOWERS, INVENTOR (de Rafael Alberti), 1929.
La defunción ante mi chaleco de los más poéticos
bosques
y la dispersión en bandada de los bellísimos
crepúsculos
mas la delicadísima luna y los tristísimos ruiseñores.
¿Por qué este muerto escoge para inclinarse la
izquierda
y este otro prefiere la derecha?
Pero a ti te calificaremos de encina.
Mas tú careces de apellido.
Y éste quisiera llamarse Carlos,
pero difunto ciprés.
¿Suspira usted por el trébol de cuatro hojas y los
airecillos balsámicos?
Madame,
voici la poésie:
serrín.

Daría por resultado la más hermosa fábrica de
palillos de dientes.
Odette,
mañana me caso.

Ralladuras muelas cocodrilo
y ojitos verdes ocas electrocutadas;
saliva policía rabioso
mas consejo ingerir reloj
y vomitar anillo
poca importancia agua.
Un kilo tiene 10 metros
Un metro vale 20 litros.

Resuelto totalmente el grave problema que acongoja
a los ultramarinos.
Huevos irrompibles.

El polo negativo no puede ser ni mucho menos
igual que el positivo
para la creación de un fantasma.
De la urgente necesidad de asustar a los niños
y del deber que tiene un ingeniero de espantar a
todo trance las hadas
Aisladores,
latones viejos y muelles rotos de las camas.

Y tantísimos otros quebraderos científicos, Odette
mía,
para morir airadamente y a manos de una sardina.

Mecánica.
Amor.
Poesía.
¡Oh!

Del libro de Alberti Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, 1929.

It is a bird


lunes, 11 de noviembre de 2019

"PATERSON" (2016), DE JIM JARMUSCH. CINE Y POESÍA.



Paterson. Cine y poesía
                                                                                    Miguel Florián

Paterson es una ciudad de New Jersey; pero es también el nombre de un personaje que aparece en un film de Jim Jarmusch y, ante todo, el título de una ‘epopeya’ escrita por William Carlos Williams (WCW), donde aparece un narrador que, por cierto, se llama Paterson.

Jarmusch filma una narración de un preciso lirismo: el curso de los acontecimientos, las imágenes reflejadas en los escaparates, el proceso que se deshilvana en la mente del protagonista rumiando palabras que buscan precipitarse en el poema. “El poeta es alguien que se contenta con palabras”, dejó escrito Nikos Kazantzakis.


En el filme los días aparentan asemejarse. Paterson, de lunes a viernes, suele despertarse en torno a las 6:15 y repite el mismo ritornelo: acariciar a Laura dormida, besar sus hombros, desayunar leche con cereales… Después le vemos salir de la casa con el canasto (vaya, la tartera) en donde Laura ha colocado comida y también algún detallito (por ejemplo, un retrato de Dante). Se dirige a la cochera. Porque Paterson, que vive y trabaja en Paterson, es conductor de autobuses. Ya frente al volante aprovecha unos minutos para dejar fijadas en su cuaderno las palabras que han ido revoloteando en su cabeza. Reproduce lo que su admirado poeta WCW solía hacer cuando regresaba a su casa del trabajo. Así, al menos, lo cuenta William Eric Williams, hijo del poeta de Rutherford.

William Carlos Williams
Aparece Donnie, encargado de registrar las salidas y entradas de los autobuses. Es un hombre apesadumbrado, pesan sobre él demasiados lastres familiares. Tal vez exagera y se hace algo la víctima. Es un alma en pena.


El autobús inicia su recorrido por las calles de la ciudad. Una ciudad (al menos lo que se nos presenta) destartalada y fea, pero que la mirada de la cámara nos la ofrece cubierta en una extraña belleza. La fotografía nos muestra una pátina, un resplandor, una limpidez sorprendente. Qué pequeña es la distancia entre lo bello y lo feo. Depende del  alma, de los ojos del alma.

Llega la hora de comer. Siente predilección por hacerlo junto a la cascada.

Regresa al volante. El interior del autobús es ‘un pequeño teatro del mundo’. Los actores charlan sobre sus cosas: sobre sus ídolos deportivos, sobre sus sueños, sobre el deseo imaginado y no alcanzado.

Ah…y los reiterativos gemelos (¿por qué esa duplicación?). Laura sueña con hijos gemelos.


Acaba la jornada. Paterson vuelve a casa. A la mansedumbre muelle de lo doméstico: el poste del buzón siempre desencajado, el sofá, Laura que cubre cuanto encuentra de pintura negra. Negro sobre blanco. Ella se imagina cantante country. Por eso quiere hacerse de una guitarra. Claro está: ajedrezada (blanca, negra). Es muy coherente. Laura le pregunta a Paterson por sus versos. A mí me parece que lo hace un poco de cumplido. Él, embebido, ensimismado (qué palabra tan curiosa, ensimismado). Habita en dos ámbitos. “Mi padre también es poeta, ¿no lo sabías? Siempre está pensando en otra cosa”, dice el personaje de una novela de Sándor Marai.


Todo ocurre ante la mirada hosca del perro, un bulldog cascarrabias; él y Paterson no congenian. Marvin, el perro, es en alguna medida el hijito deseado por Laura. Paterson se dirige al acostumbrado bar donde reina Doc, el camarero. El perro queda fuera. Toma una jarra de cerveza mientras conversa con Doc quien, por cierto, tiene cara de bulldog (¿será gemelo de Marvin?). Es un hombre sabio, una suerte de Sócrates doméstico (también padece a su Jantipa). Juega al ajedrez consigo mismo, se desdobla. Un universo especular. Dentro del bar desfilan (como en el bus) una fauna de seres variopintos. Everett, el enamorado, que intentará suicidarse disparándose en las sienes balas de gomaespuma; los hermanos gemelos que juegan al billar…
                                       
Vuelta a casa. Un día más. Y los días fluyen. Aparecen pequeñas grietas que los distinguen. Y esas fisuras no sabemos adónde habrán de conducir. (Y la grieta en la taza de té / lleva a la tierra de los muertos, Wystan Auden). Las palabras se avivan en la mente, aletean.


Una tarde al salir del trabajo, Paterson se encuentra a una niña que escribe poemas en un cuaderno (su ‘libreta secreta’) y que, curiosamente, tiene una hermana gemela. Lee unos de los poemas que ha compuesto:


                                          Cae agua desde el aire resplandeciente,

                                          caen cascadas como cabellos
                                          sobre los hombros de una adolescente.

                                          Cae agua formando charcos en el asfalto,
                                          sucios espejos con nubes y edificios dentro,
                                          cae sobre el tejado de mi casa,
                                          cae sobre mi madre y mi cabello.

                                          La gente suele llamarla lluvia.


Un poema de una frescura y un vigor que sobrecoge. Paterson queda desconcertado. Cuesta creer que una chica tan joven haya escrito algo así.

Cuando se presenta la ocasión, Paterson se acerca al acantilado, se acomoda en un banco y observa el estrépito del agua al romperse. Era un lugar predilecto de WCW. El estruendo del agua, el puente,…y ese cuaderno donde se posan las palabras de sus  versos. Esa mirada que se vuelve hacia dentro, a ese espejo sin dimensiones que es el alma humana… El viaje interior de un Odiseo cotidiano que se abisma en el laberinto de la conciencia buscando una patria desconocida, y que la palabra tal vez puede descubrir.
Las pequeñas cosas, esos centros, lugares axiales en donde se entrecruzan los hilos del acontecer, allá donde la realidad se ofrece en sus variadas facetas: las espuma del agua al romperse, su clamor, la caja de cerillas, o aquella carretilla roja que WCW nos mostró en uno de sus poemas:

         TANTO depende
de una
         carretilla
roja
         reluciente de agua
de lluvia
         junto a los polluelos
blancos.

Qué extraños seres son las palabras. Se adentran en nosotros, atraviesan la piel, nos habitan. Se aposentan en el espacio intacto de las páginas… Tan duras, tan frágiles, como de cristal… Y ese perro vengativo y voraz, que las desmenuza, dispersándolas… Y Paterson, sin voz, regresa de nuevo a la cascada, al alboroto del agua para sumergirse en su voz tumultuosa, en su verbo informe…


La palabra poética se genera como un rumor, un murmullo, un batir de ramas que poco a poco se sedimenta. Lo aparentemente nimio se convierte en un foco cargado de energía viva, un eje que parece conciliar la variedad de lo existente. Un espejo, un prisma de múltiples facetas (Ver un mundo en un grano de arena, un cielo en una flor silvestre, tener el infinito en la palma de las manos y la eternidad en una hora). Y es que, en verdad, los ojos del poeta se orientan al misterio. Y el misterio es un vilano arrastrado por la brisa, una brizna de paja, la mano que se acerca a otra mano.

Más tarde aparece un virgilio japonés que habrá de devolverle a la entraña de la palabra. Le obsequia un cuaderno de páginas nuevas para atrapar en ellas el vuelo fugaz de esas aves caprichosas…

Es lunes otra vez. El tiempo se renueva. El reloj marca las 6:15. El desayuno, el revoloteo de las voces…


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                                                                       Publicado por Encarna Lorenzo

En estos enlaces podéis acceder a otras entradas con textos de Miguel Florián en Anthropocinema: