sábado, 22 de agosto de 2015

"MONDO CANE" (1961), ESTE PERRO MUNDO


Durante mucho tiempo asocié  la película Mondo Cane a su tema principal, una de las más bellas melodías que jamás se han escrito para el cineHace poco tuve la oportunidad de ver el film, que no tenía demasiada idea de qué podía tratar. Lo que nunca me habría imaginado es que se tratara de una especie de documental antropológico. Indudablemente es una película criticable, imperfecta, ahora ya bastante pasada de moda, aunque en el año de su estreno, 1961, resultara absolutamente rompedora. A pesar de esos defectos, me parece interesante hablar aquí de este controvertido documental por la utilidad que pueda tener el heterogéneo collage de costumbres que recoge para el estudio de la antropología.
 Mondo Cane es un producto sensacionalista que busca provocar en el espectador emociones fuertes, reacciones viscerales, usando para ello imágenes truculentas, macabras o excéntricas, que intentan subvertir la dicotomía entre civilización y salvajismo. La tesis implícita es que el verdadero salvaje es el hombre occidental, o bien que aquellos polos opuestos pueden reducirse a un denominador común, situándolos al mismo nivel. La película usa la ironía con una finalidad crítica. Su deliberada ambigüedad dio pábulo a interpretaciones contradictorias. Mientras que unos la aclamaron como símbolo de una nueva forma de hacer cine- llegó a optar a la Palma de Oro en Cannes-, otros tacharon a su autor de racista, de ofrecer una visión colonialista del mundo basada en la superioridad del hombre blanco o de encarnar una filosofía antihumanista. Lo que en realidad pretendía Mondo Cane era situar al hombre, como un animal más, en el conjunto de la naturaleza, relativizando su importancia. Por otro lado la película se burlaba descaradamente del etnocentrismo occidental, desmintiendo la supuesta racionalidad de la conducta del hombre blanco y el alto valor que atribuye a su tecnología. En un momento en que la ecología todavía no estaba tan de moda, denunciaba el peligro de los experimentos nucleares para el equilibrio del medio ambiente, al igual que la ridícula utilidad de determinadas prácticas e inventos humanos procedentes de todos los rincones del mundo. La película rastrea costumbres atávicas e irracionales tanto en el ámbito euroamericano como entre los habitantes de las antípodas. Unos y otros aparecen por igual como seres ridículos, extraños o violentos. Ninguna ventaja concede en esto a los supuestos civilizados sobre los indígenas. Sólo reserva una mirada empática para los primitivos Goroka de Nueva Guinea, pero la visión que ofrece de ellos constituye una actualización del mito roussoniano del buen salvaje, una lectura romántica del estado de naturaleza.

PARA LEER MAS, HAZ CLICK EN MÁS INFORMACIÓN


Un punto fuerte del film es el acento que pone en la radical variabilidad de las conductas humanas en torno a los mismos referentes: los perros sirven de exquisito manjar en China o Vietnam, mientras que en Los Angeles reciben el tratamiento funerario reservado a los humanos;  en Nueva Guinea los cerdos primero son amamantados por una mujer, para luego liquidarlos a inmisericordes garrotazos.
 La película recaudó millones de dólares, aunque estoy segura de que lo que atrajo al público de entonces a las salas no fue su valor antropológico sino sus imágenes impactantes, su aire de radical novedad que armonizaba tan bien con las aspiraciones de cambio de los años 60. Tal fue el interés que suscitó esta película, que dio lugar al subgénero “mondo”, también conocido como “shockdocumental”. El director, Gualtiero Jacopetti, periodista y cineasta, tuvo una rocambolesca existencia. Durante la Segunda Guerra Mundial formó parte de la Resistencia italiana. Indro Montanelli, su amigo y mentor, lo encaminó hacia el periodismo. Fue un apasionado de los viajes y de las aventuras extremas, lo que se refleja muy bien en este documental, que realizó en 1960 junto con Franco Prosperi y Paolo Cavara.


 El argumento
 Un perro es arrastrado con una correa entre las jaulas de la perrera municipal, en las que otros animales ladran furiosos. Un cartel nos advierte de que todo lo que se va a contar es verdad. Aunque no es del todo cierto, ello contribuye a dar al film un aire de investigación sociológica.
    En Castellaneta, lugar de origen de Rodolfo Valentino, se celebra el centenario del nacimiento del “Hijo del Caid”, el mítico latin lover. Muchos de sus compatriotas aspiran a sucederlo y poder escapar así de la miseria de este pueblo atrasado. Pero, de momento, quien lo ha conseguido es el actor Rossano Brazzi, tan en boga en los años 60. Mientras compra ropa en unos grandes almacenes en Estados Unidos, es descubierto por una turbamulta de mujeres que casi lo desnudan  en su fetichista intento de apropiarse de alguna de sus prendas de ropa. A miles de  kilómetros, en Kiriwina, una diminuta isla en el archipiélago melanesio de las Trobriand, existe una costumbre parecida,  la caza del hombre. La voz en off del narrador del film nos informa de que se trata de uno de los pocos lugares del mundo en que se practica la poliandria. Las isleñas capturan al hombre que más les gusta, que debe satisfacer sus desatadas pasiones. Algunos candidatos intentan escapar de la difícil prueba trepando a los cocoteros pero ellas los persiguen y les arrojan cosas para forzarlos a bajar

.
    En la Costa Azul los prominentes pechos de unas bellas bañistas son objeto de ruidosa admiración por parte de los marineros en una gran embarcación. En cambio, según la ley de Nueva Guinea Papúa, si una mujer pierde a su hijo, tiene que dar de mamar a un cerdito. Una vez cada cinco años, durante tres días y tres noches, se celebran grandes banquetes en las Tierras Altas en los que los nativos se hartan de comer puercos, su única riqueza acumulada durante largos periodos de ayuno. Los hombres van engalanados con vistosas plumas de aves del paraíso, garras de animales y cuernos que les traspasan la nariz. Bailan alegres y comparten la comida con sus perros arrojando trozos al aire. En cambio, las reglas de etiqueta imponen a los jefes que coman sentados y con aspecto de no tener apetito. Roy Rappaport publicó en 1968 su más famosa obra, Cerdos para los antepasados, una de las aportaciones más destacadas a la Antropología ecológica. En ese texto fundamental, al que alguna vez dedicaremos aquí una entrada, Rappaport estudiaba cómo la tribu Maring Tsembaga, del mismo modo en que podemos ver en Mondo Cane, intenta mantener la proporción equilibrada entre cerdos y humanos celebrando estos grandes festivales rituales en honor de los antepasados y para crear lazos de reciprocidad con las tribus vecinas.



    En Happier Hunting Ground, un cementerio para mascotas de Los Ángeles en el que Evelyn Waugh situaba su novela satírica Los seres queridos, los dueños entierran a sus perros con tanto cariño y dolor como si fueran personas. Les vemos rezar, llorar desconsolados, poner flores a sus tumbas o mantener con ellos imaginarios diálogos ante sus lápidas. En Taipei (Taiwan, antes llamada Formosa) y en muchas partes de China, expresan su gusto por los perros comiéndoselos. Engordan a boxers, alanos, pachones o a los fieles e inteligentes chau chau para degustarlos en sabrosos guisos. Son los propios clientes quienes escogen en los restaurantes al animal que les parece más apetitoso. 
Nos trasladamos a Roma, ciudad en la que unas operarias fabriles bañan en tinte azul, rosa o negro unos polluelos que después se secan a una temperatura de 50 grados, para introducirlos en los huevos de Pascua. Setenta de cada cien de estos pollos mueren en ese bárbaro proceso.
En Estrasburgo, la capital del foie gras,  medio millón de ocas son alimentadas a la fuerza con un embudo, atiborrándolas cada día con una enorme cantidad de alimento que el animal no tomaría por sí solo ni en toda una semana.
 A 200 millas de Tokio, unos expertos masajean los cuartos traseros de las vacas para que su carne sea más tierna. Con idéntico fin les hacen beber 6 litros de cerveza al día, que suministran a los terneros directamente de botellines para que no se pierda el preciado gas. Esa carne alcanza altos precios en los restaurantes especializados.



En las islas Bismarck, la mandioca, un farináceo similar a la patata, se utiliza para engordar como a las ocas a hermosas mujeres encerradas dentro de jaulas. Cuando alcanzan los 120 kilos, las ofrecen como esposas al jefe de la aldea, un hombre bien enjuto. En Los Angeles, por el contrario, un grupo de ancianas ajadas y obesas trabajan incansablemente en sofisticados aparatos gimnásticos para ponerse en línea y así encontrar un nuevo marido.

    En los mercados de las barriadas pobres de Hong Kong se venden sapos, serpientes y tortugas a altos precios. En un sofisticado restaurante de Nueva York, los comensales comen gusanos u hormigas como manjares raros y exquisitos. 
En Singapur, las amas de casa van a la compra con una gran cesta. En los puestos del mercado escogen una serpiente viva comestible entre las que les ofrece el vendedor, que  despelleja la carne para poderla guisar.
Los lugareños de Cocullo, un pequeño pueblo italiano de los Abruzos, salen en la procesión el día de Santo Domingo de Sora con serpientes alrededor del cuello o cogidas por las manos. Conmemoran el milagro del santo, que las volvió inofensivas al privarlas de su veneno. Su estatua tamjbién desfila toda envuelta en ofidios. La ceremonia representa un acto de fe en la bondad de estos animales y cristianiza un antiguo culto pagano, el de la diosa Angitia, a la que en la antigüedad se atribuía un poder contra la picadura de las serpientes.


 En Nocera Terinese, Calabria, tiene lugar el Viernes Santo el antiquísimo y cruento rito de los vattienti o flagelantes. Existe constancia documental de esta costumbre desde 1361, y ya la censuraron sin éxito los sucesivos Papas. En la película se ve primero los carabinieri yendo de casa en casa, por orden del cura,  para intentar disuadir a los vecinos de que salgan a  autolesionarse. A lo largo del recorrido del desfile, los vattienti se frotan varias veces las piernas con tampones de corcho con cristales incrustados, dejando un reguero de sangre mientras corren por las calles por las que luego saldrá el Cristo en procesión. Detrás de los vattienti, que llevan una corona vegetal, van las beatas vestidas de negro y, a su lado, un niño Jesús con su cruz.


    En Sydney, un ejército de socorristas femeninas celebra el décimo aniversario de la constitución del grupo con una demostración de sus habilidades. Desfilan marciales al ritmo de la maravillosa More, compuesta por Riz Ortolani y que optó al Oscar a la Mejor Banda Sonora en 1962 ( https://www.youtube.com/watch?v=dBmt4csWIgY )

   En un atolón del Pacífico resulta fácil apreciar los letales efectos de las pruebas atómicas: en el mar brilla una larga estela de mariposas muertas; los pájaros se esconden bajo tierra la mayor parte del día para protegerse de la radiactividad; los peces escapan durante horas de las aguas tóxicas saltando a las ramas de los árboles; montones de huevos de aves marinas se amontonan estériles en el suelo; las tortugas, desorientadas después de desovar,  no son capaces de encontrar el camino hacia el mar y mueren de calor en el interior de la isla.



   Un fondo marino en el archipiélago malayo muestra un paisaje fantasmagórico de tibias y calaveras, un cementerio marino en el que descansan restos humanos. Los tiburones limpian los huesos que más tarde colocan entre el coral los parientes de los difuntos. En la playa, mientras tanto, algunos habitantes del  poblado, que vive de la caza de los tiburones, entierran en la arena sus aletas-a las que se atribuye un poder afrodisíaco-, para que se sequen. Todos estos trabajadores han sido víctimas del ataque feroz de los tiburones. Cada vez que matan a un pescador, sus compañeros se vengan haciéndoles tragar erizos que les causan lentamente la muerte.
 En la cripta de los Capuchinos, en Roma, los monjes han llevado a cabo una paciente labor de siglos, que nació en 1600 por iniciativa de ciudadanos piadosos que querían dar sepultura a los muertos anónimos causados por la peste. En 1961 todavía se reunían las familias con sus niños para orar, limpiar los huesos de polvo y jugar con las calaveras.


   Lejos de ese culto a la muerte, la madrugada muestra en Hamburgo un vergonzoso espectáculo de borrachos tristes o agresivos. En cambio, en Tokio,  tras una noche agotadora de placeres, los hombres acuden a las casas de ocio en las que, desnudos, reciben los amables cuidados de bellas mujeres.

    En el funeral de un chino rico en Macao se realizan ofrendas de alimentos para que el muerto pueda hacer el largo viaje. En un lateral del altar se quema su dinero, mientras que los herederos lloran.
En la Casa de la Muerte, en Singapur, los ancianos y enfermos sin esperanza aguardan la muerte mientras que sus familiares celebran un gran banquete funeral, con el deseo puesto en el que el moribundo recupere las ganas de comer. En esta escena pueden verse unos pies de loto.


    En un cementerio de coches en California "matan" tres coches cada hora pero no alcanzan allí su descanso eterno. Los bloques de metal comprimidos se envían a las grandes industrias europeas, que los reciclan en una moderna metempsicosis. Tan es así que, en una galería de arte en París, uno de estos  amasijos de hierros renace bajo el nombre de "Espíritu de la carrocería". También en París, acompañado por una orquesta que interpreta música clásica, el pintor Yves Klein prepara una performance en la que unas rubias modelos actúan como si fueran pinceles humanos. Cubiertas de pintura azul, impregnan las telas mientras que Klein las guía desde lejos mediante su fluido creador. La obra alcanzará el exorbitante precio de 4 millones de francos.



    Montones de ancianos turistas norteamericanos desembarcan en Honolulu para pasar 10 días de vacaciones en este paraíso de la danza y el amor. Reciben una calurosa bienvenida de las bellas isleñas con bailes y guirnaldas de flores. 
Un soldado nepalés realiza su entrenamiento con bayoneta y después se disfraza de mujer en el día de la Fiesta Nacional. Los Gurkas, feroces montañeses, fueron fieles mercenarios para los ingleses. Cualquiera diría que estas bailarinas travestidas son temibles guerreros. Sacrifican una vaca con un enorme cuchillo, mientras que los mandos ingleses miran complacidos el espectáculo. El coronel ciñe la frente de los vencedores con una faja blanca, símbolo de su fidelidad y valor.
 Tarde de toros en Villafranca de Sira, en Portugal. Los forcados, toreros vestidos de rosa con un gorro verde, se enfrentan cuerpo a cuerpo a los toros. Estos matan a cuatro de una cornada y mandan a dieciocho al hospital.


  Nos cuenta la película que los Goroka, en las Tierras Altas de Nueva Guinea, no han traspasado la frontera de la prehistoria. La cámara los observa en secreto desde la distancia, como si estuviera contemplando a la humanidad hace 10.000 años. Viven felices cantando, comiendo, descansando y haciendo vida social. Podéis leer más sobre ellos en este enlace: http://anthropotopia.blogspot.com.es/2014/01/antes-de-que-desaparezcan-la-fotografia.html
Suena la campana de una iglesia y los nativos acuden corriendo a la misión cristiana que, afirma el narrador, ha introducido en sus vidas angustias espirituales que nunca tuvieron.


Fotografía de un Goroka por Jimmy Nelson
  Y, finalmente, la escena cumbre de la película en el aeropuerto militar de Port Moresby, la capital de la Nueva Guinea australiana. A 3000 metros de altitud, unos indígenas que ya no encuentran razón de ser a su forma de vida tradicional, alterada por la presencia de los hombres blancos, intentan compensar ese vacío con el culto cargo. Desde la reja que delimita el aeropuerto miran de lejos los aviones que cubren la ruta oceánica entre Hong Kong y Australia. Transportan valiosos bienes que, según sus creencias, sus antepasados les tienen reservados y que los blancos les están robando. Con su magia intentan atraer de nuevo el cargo de esos aviones que los hará ricos y felices. Para ello, han abierto una pista de aterrizaje en la selva y construido un avión de paja y bambú, cerca del cual esperan inmóviles mirando al cielo. 



Como ya se relataba en este blog en la entrada Onoda y la disonancia cognitiva, el Pacífico fue, durante la Segunda Guerra Mundial, el teatro en el que se escenificaron sangrientas luchas entre japoneses y norteamericanos. Estos utilizaron muchas de las islas de Melanesia como bases, a las que los aviones arrojaban grandes paquetes repletos de alimentos, ropa, medicina y armas. A veces estos enormes cargamentos caían sobre los poblados. Los isleños quedaban sorprendidos con las maravillas que albergaban aquellos “cargos”: radios, coca colas, comida en lata, azúcar… Los nativos intentaban explicar esa magia dentro de su propio marco de creencias tradicionales. Como ellos no veían cómo se manufacturaban aquellos productos, no establecían una relación de causalidad entre su fabricación y su aparición en las islas. En sus incesantes deliberaciones pensaban que quizá el “cargo” caía gracias a las palabras secretas que los blancos continuamente escribían en hojas de papel. O tal vez era el resultado de algún eficaz ritual, como sus marchas en formación militar o el hecho de sentarse ceremoniosamente ante una mesa vestidos con traje y corbata. Lo que trastornaba la imaginación de los nativos era la idea de que el “cargo” lo hubieran creado para ellos sus antepasados y que los blancos estuvieran apropiándoselo con su magia. 



Cuando terminó la guerra en 1945, los soldados americanos abandonaron sus campamentos y aquellos fardos maravillosos dejaron de caer del cielo. Para atraerlos de nuevo, los isleños imaginaron una magia imitativa consistente en el culto a los aviones y la reproducción de los gestos de los soldados americanos. Para ello, desfilaban con palos como si fuesen rifles y hasta construyeron rudimentarios aviones y pistas de aterrizaje abriendo claros en la selva. Era su forma de introducir el orden y la coherencia en una situación social que amenazaba en convertirse  en caótica e incomprensible para ellos. Mondo Cane contiene algunas de las escasas escenas filmadas que documentan este culto. Añado el enlace de un estudio bastante extenso sobre el culto cargo, para quien desee ampliar sus conocimientos: http://www.uned.es/dpto-sociologia-I/IZQUIERDO/M5/004_Isla%20equivocada.pdf

Pongo también unos cuantos enlaces en que pueden verse escenas seleccionadas de la película, en el primero, íntegra en inglés en el segundo, y en el tercero en italiano, con el propio Jacopetti como narrador, subtitulado en español.
http://www.vice.com/es/read/las-diez-mejores-escenas-de-mondo-cane
https://www.youtube.com/watch?v=JM33ou-vBb4
http://www.teledocumentales.com/mondo-cane/

Esta entrada fue publicada en el blog de Antropología Tinieblas en el corazón. Si tenéis interés en acceder al texto original con sus comentarios, aquí tenéis el enlace: http://anthropotopia.blogspot.com.es/2014/09/ritos-y-costumbres-en-mondo-cane1961.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario