viernes, 9 de marzo de 2018

"CASABLANCA" (1942) EN LA MEMORIA.


Mientras preparaba un estudio en profundidad sobre la mítica Casablanca (1942), de Michael Curtiz, pensé que sería buena idea recabar la opinión no especializada de los espectadores para ayudarme a comprender mejor su alcance cultural. José Losada, colaborador en nuestros blogs Tinieblas en el corazón, Ateneas. Mujeres para la historia, y Anthropocinema, me sorprendió con una esplendida entrevista, llena de puntos de vista muy estimables y que creo que merece muchísimo la pena compartir. Os encantará.

¿Qué relación ves tú entre Casablanca y el contexto bélico en 1942?
Se trata de una película muy oportunista porque se filma en el momento más delicado de la Segunda Guerra Mundial, en un escenario en que la beligerancia era total y, por eso, los nazis tienen un papel fundamental como los archienemigos a los que hay que derrotar. Pero, en el fondo, la película va mucho más allá de ese concreto problema histórico para abordar un tema muy romántico: qué sucede cuando se ama tanto a una persona que no dudas en dejarla marchar en aras de una causa más elevada. El actor que encarna ese sentimiento tan noble es Humphrey Bogart y muy pocos podrían haberlo interpretado de una manera tan convincente. "De todos los cafés del mundo tuvo que elegir el mío". Rick se buscó un agujero donde aguantar hasta el final de sus días pero el destino le salió al encuentro en Casablanca.


¿Qué clase de personaje es para ti Ilsa Lund?
Ella tiene una personalidad verdaderamente ambigua. Es feliz junto al gran héroe de la resistencia aunque también quiere a Rick. Como él, añora París y, en cierto modo, con su ambivalente actitud se aprovecha del amor que Rick todavía siente por ella para conseguir los salvoconductos. En cambio, a él no le guía ningún interés cuando se los entrega. Ilsa y Laszlo necesitan desesperadamente los visados para no morir en Casablanca y Rick no duda en meterse en líos para proporcionárselos. Él ya no es aquel joven ingenuo que vivía en París, es un adulto que toma decisiones maduras. Su amargura final, cuando decide volver a luchar por las libertades, es muy distinta de la amargura del principio, la que le hace emborracharse para escapar del dolor que ha intentado acallar tanto tiempo bajo su cinismo. Al terminar la historia está sereno porque, aunque no ha conseguido recuperar su amor perdido, está en camino de lograr su plena realización como ser humano.


Y, ¿qué crees tú que hacía Rick, un americano, en el París antes de la guerra?
Él era un aventurero y se movería por Europa por intereses: conocer nuevos sitios, vivir experiencias arriesgadas como su participación en la guerra civil española o ayudando a los etíopes frente a la invasión italiana. Seguramente querría progresar en la vida pero el amor se cruzó en su camino y resultó fatal, por lo que se buscó el sitio más oscuro que se le ocurrió para terminar su trayectoria. Para él, el café americano de Casablanca era una "Estacion Termini" después de andar por todas partes, un lugar en el que el protagonista debió de pensar: "aquí me retiro". Pero al final resultó que solo era un estadio más en su camino.

¿En qué medida ves tú a Rick Blaine y Victor Laszlo como antagonistas?
En la película Rick es todo lo contrario a Laszlo pero solo aparentemente. De tan materialista y aprovechado que parece ser, se acaba transformando en el más desprendido, aunque ello solo sucede después de hacer un largo viaje personal. Al llegar al final ya no le quedaba nada por experimentar.


¿Y qué pasa con los personajes secundarios de la película?
Peter Lorre borda el rol de villano, su interpretación resulta muy creíble. También están estupendos Claude Rains y el pianista, que en realidad era solo cantante, Dooley Wilson. Victor Laszlo es un personaje muy curioso, una especie de caballero blanco, un Lancelot hipervirtuoso y superimportante para los demás, el gran hombre que todos necesitan para ganar la guerra pero que, paradójicamente, no puede cumplir su gran labor si no es junto a Ilsa. Pero, le demos las vueltas que le demos, la película trata de la decisión de Rick, su compromiso con la causa, y todos los demás personajes están pensados para contribuir a esa idea.

¿Te has dado cuenta de la omnipresencia de los mapas en esta película, que parece mucho más palpable que en otros filmes de la etapa bélica?
Pues es que las guerras son épocas en las que los mapas resultan esenciales. Lo que se trataba de explicar al público con Casablanca era que el destino de un país, Estados Unidos, se estaba decidiendo en otros rincones del mundo. En aquel momento, al otro lado del Atlántico, en el norte de África. Pero, en todo caso, lo que hace universal a esta película no es el ambiente bélico, la Marsellesa, los mapas... sino la historia que se cuenta: la estética de la derrota de Rick y cómo su gesto de grandeza contribuye a salvar el mundo.


Ya sabes que en Anthropocinema siempre intentamos dirigir una mirada antropológica a las películas que forman parte de nuestro imaginario colectivo. ¿Encuentras posible abordar el análisis de Casablanca desde el punto de vista de la antropología?
En este caso hay un escenario africano en el que reina el colonialismo occidental. Los alemanes, los franceses y los americanos llevaron su guerra a África, continente que no sacó nada en limpio ni participaba en la contienda pero, no obstante, sufrió sus consecuencias. Para mí existe una segunda lectura antropológica y que se refiere a algo que se repite en muchos países, el colaboracionismo. Cuando se produce la ocupación de un país, entre sus habitantes siempre hay alguien dispuesto a ayudar a los invasores. Es una situación digna de estudio porque no siempre lo hacen porque estén intimidados sino que parece haber una tendencia en el ser humano a plegarse a los nuevos amos. Lo podemos comprobar en nuestra guerra de independencia o en el gobierno de Vichy respecto a los alemanes. Frente a ello, como par conceptual de la colaboración, aparece la resistencia, y ello se ve muy bien en la película. Ambas actitudes son el yin y el yang de la historia. Es un tema que admite varios enfoques.

¿Cómo ves reflejada la tragedia de los refugiados en la película?
Es un asunto difícil de solventar para los muchos personajes desesperados que pueblan la historia. Rick escogió Casablanca como su punto de destino pero, para los refugiados, era un sitio de paso, un intercambiador hacia el exilio en un lugar más seguro para ellos en esos tiempos de zozobra. El refugiado fue un producto social no solo durante la guerra sino antes de ella. Es una situación que se repite tanto que parece que no cambia nunca. En la novela La noche de los tiempos, de Muñoz Molina, se aborda la cuestión. También hay un poema de Manuel María, "El camino es la nostalgia". El refugiado es el nostálgico por excelencia, inicia un viaje lleno de incertidumbre, dejándolo todo atrás.


¿De qué manera influye en el espectador la situación histórica que se estaba viviendo durante su rodaje?
Cuando se estrenó en 1943 era una película de plena actualidad. No era necesario nada especial para dar a conocer a los espectadores el contexto de la Segunda Guerra Mundial sino que era algo que estaba muy presente en las vidas de las gentes de esa época. Hoy ya no es así y tenemos que situarnos por referencias. Hay que hacer un esfuerzo para retroceder en la historia pero el mundo del cine ya nos tiene acostumbrados a todos estos clichés: los nazis, los resistentes, el gobierno de Vichy...Afortunadamente tenemos un background que nos permite situarnos fácilmente. Esas referencias están asimiladas en nuestro imaginario colectivo, como si las llevásemos tatuadas en la memoria. De lo que sabemos menos es sobre Japón y sobre los ciudadanos norteamericanos de origen japonés en Estados Unidos durante la guerra mundial.

Sí, efectivamente. En la costa oeste, la más cercana a Japón, se desató una paranoia que hizo que fueran internados en campos durante la guerra. ¿Consideras que Casablanca es una película de propaganda?
Lo que resulta verdaderamente difícil de entender es que, más allá de esa función propagandística, que resulta patente, el director consiguiera rodar una historia que versa sobre valores universales, lo que supone un gran mérito para su trabajo.

¿Puede decirse que Victor Laszlo es uno de los personajes más estereotipado del film?
Para mí no deja de ser un personaje secundario. El verdadero héroe es Rick. Para que su sacrificio sea creíble, Laszlo debe ser una persona muy virtuosa, entregada a la causa más noble, que arriesga su vida constantemente por ella. Sólo por una persona que merezca la pena Rick estaría dispuesto hacer semejante sacrificio. E Ingrid tiene que estar junto a un hombre ejemplar, idealista. Sin duda, en el momento en que se rodó la película estaba sometida a la incertidumbre del devenir de la guerra, se trataba de mantener alta la moral del los norteamericanos, justificar el sacrificio que estaban haciendo al entregar a sus hombres como soldados y al aportar el trabajo de toda la nación al esfuerzo bélico común de los aliados, y eso algo que el personaje de Rick ejemplifica muy claramente. Para llegar a ese punto de forja y temple, para convertirse en un tipo duro, casi de cine negro, tuvo que llevarse muchos golpes. El gesto noble que realiza lo engrandece, convierte su fracaso y amargura en una vía de salida para su impasse vital.


 ¿Cómo ves reflejados a los alemanes?
Son también como una parte del decorado, muy rígidos, al mismo tiempo crueles y torpes. Vienen a ser como la muralla de Ávila en una película histórica. No hay matices en los nazis del cine: hacían falta unos supermalos para perseguir a Victor Laszlo y en ese esquema no eran admisibles los grises, sólo el blanco y el negro.

Se habla mucho de las inconsecuencias del filme, de sus casualidades maravillosas. ¿Te parece que el reencuentro de Ingrid con Rick, en otro continente y más de un año después de la ocupación nazi de París, en la primavera de 1940, se parece a esos extraordinarios encuentros fortuitos en las novelas bizantinas, en el teatro de Shakespeare o en la novela europea del siglo XIX?
Pues para mi Ilsa se aparece de "cuerpo presente" en Casablanca porque Rick se acordaba de ella todos los días. La separación y el reencuentro son el combustible del teatro, las piezas dramáticas que hacen falta para que se mueva la acción en la obra.


Y ¿cómo entiendes tú los tan traídos y llevados salvoconductos?
Por un lado forman parte de los recursos narrativos para centrar la atención del espectador. Son un asunto administrativo, quizá unos documentos destinados a los servicios secretos. Pero, por otro lado, se asemejan al Santo Grial, algo que todo el mundo desea y busca, el mejor símbolo de la resistencia contra la opresión nazi. Los visados escapan mágicamente al poder de control absoluto de los alemanes. Sucede lo mismo con la Marsellesa. Solo los elementos simbólicos no se dejan doblegar por los invasores.


Define el rol del Capitán Renault.
Su principal función se hace patente en la escena final, con el comienzo de esa gran amistad. Es el personaje que mejor demuestra que la resistencia y la colaboración están separadas por un simple paso, sólo hay que moverse hacia un lado para traspasar esa delgada barrera.


¿Qué puedes decir del personaje del pianista Sam?
También es un ser de vuelta de todo, amigo pero empleado al fin y al cabo. Rick se habría arruinado, corrió aventuras en diversos lugares del mundo y fue recolectando gente por el camino para acompañarle.

Luego hablaremos más de esta figura esencial para la historia pero ahora me gustaría preguntarte cuál es para ti el género al que mejor se adscribe la película.
Yo la veo como un prisma de múltiples facetas, de manera que aparece una posibilidad distinta según cómo lo contemples: es una historia bélica, un drama sentimental o una trama policíaca de asesinatos y de personajes que quieren escapar. Por otro lado, está la historia épica de Rick y su fracaso, que consigue hacer de la necesidad virtud y que se engrandece a través de ello logrando una victoria moral. Y a veces, también, el film tiene destellos de comedia.

¿Recuerdas cuándo viste Casablanca por primera vez?
No exactamente pero, fuera cual fuese la ocasión, la primera vez te quedas muy prendado de la historia romántica y del patriotismo de la escena de la Marsellesa. Pero, después de ver la película muchas veces, empiezas a percibir los matices de cada personaje, particularmente, los que se refieren a la redención de Rick. De hecho, es tan importante esa figura del perdedor sacrificado y su triunfo moral que Carlos Reigosa dedica una novela al tema con el título La victoria del perdedor. Así que ahora, cuando ves Casablanca, ya no te impresiona tanto la trama, ese suspense bien administrado que te hace pensar, hasta el penúltimo minuto, que Ilsa y Rick van a quedarse juntos, sino que te llaman más la atención algunos aspectos de los personajes secundarios. Me interesa mucho el historial artístico de actores tan sólidos como Peter Lorre en el rol de Ugarte o Claude Rains como el capitán de la policía francesa. Es como si fuera colocándose el foco cada vez en detalles distintos. Eso hace que los personajes secundarios salgan del fondo del escenario y avancen al frente cada vez que ves la película, porque ya no tienes que ocuparte de los aspectos principales.



Bueno, casi estamos terminando y aún no hemos hablado de la música de la película.
Este es otro de esos detalles que impresionan mucho al comienzo. Se ha convertido en algo tan asimilado que, cuando escuchas las notas de "As Time Goes By", visualizas inmediatamente la película. Se produce una asociación inmediata, como en los reflejos aprendidos de los perros de Pavlov. Pero, como sucede con la historia romántica, la música también queda ya relegada a un segundo plano cuando revisas la película, de tan archiconocida que resulta.


¿Qué aportación crees tú que realiza el vestuario a la narración?
Es muy importante para definir a los personajes. A mí me parece que Laszlo irradia luz, quizá porque el director de fotografía lo ilumina de una forma muy especial En contraste con los uniformes oscuros de los nazis o del prefecto de la policía francesa, o incluso el propio esmoquin blanco de Rick, que resulta menos luminoso, frente a Laszlo todo lo demás queda como en penumbra. Creo que con ese vestuario el diseñador trató de crear un personaje ideal, una especie de santo con armadura brillante capaz de motivar que cambiase la inercia entre Ilsa y Rick, que estaban llamados a unirse de nuevo, que estaban añorando encontrarse y que, sólo cuando aparece este personaje elevado, insustituible, se alteran los planes del destino.


¿Por qué entiendes tú que, al final de la película, Sam no acompaña a Rick en su nueva andadura en la clandestinidad?
Sam es el único elemento que liga a Rick con el pasado, además de Ilsa. En la película tiene mucha importancia ese aspecto: Sam como guardián de un pasado que no debe removerse. Por eso le dice: "¿no te había dicho que no la volvieses a tocar?". Sam lo acompaña al exilio en Casablanca, que representa lo desconocido. Actúa como el escudero del caballero, es un ejemplo de lealtad, de ayudante que calla lo que sabe. Viene a ser la sombra de Rick, el único que conoce sus secretos. Sin este personaje esencial, Rick no podría recuperar el pasado a través de la canción. Y Sam no lo acompaña a su nuevo destino precisamente porque representa el trauma que ya ha conseguido superar con su renuncia. Hasta entonces, Rick había sido prisionero de su memoria desesperanzada. Cuando se desprende de Sam, entendemos que Rick comienza una vida totalmente nueva. Con su redención encuentra una nueva amistad y consigue dejar atrás esa mochila de agravios que llevó arrastrando desde París a Casablanca. Por fin es libre.


3 comentarios:

  1. ...pues siempre había creído que pasaban más años entre la marcha de Ilsa y el reencuentro.

    Rick, aunque no sea moralmente perfecto, personaliza aquello que decía Rudyard Kipling: "incluso una hormiga sabe lo que está bien y lo que está mal", y es consecuente con ello.

    Hay un personaje muy secundario que me gusta mucho: la buscona francesa que sale con nazis, pero que luego se une al canto de la Marsellesa, entre avergonzada y emocionada. Hay un rasgo parecido en el autorretrato que se hace Marjane Satrapi en "Persépolis" cuando, cansada de las etiquetas, en una fiesta finge ser francesa, y poco después se avergüenza de haber negado su origen: Irán.

    Felicidades por la entrevista, cuñado y hermana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Madeleine LeBeau, la bella Ivonne, vivía en Málaga y creo que es la última de los intervinientes en Casablanca en salir de escena, en 2016, con 92 años.
      Me gusta mucho esa reflexión tuya sobre el espacio de tiempo entre la separación y el reencuentro, que apunta a una de las muchas ( y deliciosas)inconsecuencias del guión. El recurso narrativo habitual es que esas reapariciones que trastocan la vida de los personajes se producen siempre muchos años después. Es más, es que no se entiende cómo, en solo un año y cinco meses, a Rick le pudo dar tiempo a montar un café-casino lujosísimo, legendario en todo el norte de Africa. Pero las fechas históricas mandaban: todo tenía que pasar entre junio de 1940 y diciembre de 1941.Gracias por leer y comentar, y a ver si te animas tú a una de estas entrevistas fílmicas.

      Eliminar
  2. Estupenda idea la de la entrevista, con unas interesantes aportaciones sobre una película que volveré a ver para refrescar todos estos detalles.
    Un aspecto que a mi me resulta llamativo, visto desde nuestra perspectiva actual, es el papel que juega Ilsa en la historia de Lazlo: él necesita tenerla a ella, mantenerla a su lado como un talismán, tal como ha señalado Jose, pero su función no es una tarea personal de ella, sino la de acompañar al hombre que tiene la gran responsabilidad sobre sus hombros.

    Me gusta mucho este formato.

    Enhorabuena a ambos.

    ResponderEliminar