Krampus.
Maldita Navidad es una película de Michael Dougherty estrenada
en España en diciembre de 2015. Se basa en una leyenda del folklore
alpino según la cual un ser demoníaco, Krampus, se aparece la noche
del 5 de diciembre, la fiesta de San Nicolás, para castigar a los
niños que han sido malos. Este ser bestial, a medio camino entre el
hombre y el animal, tiene grandes cuernos, el cuerpo cubierto por un
pelaje oscuro y espeso y anda sobre dos patas de forma similar a un
fauno. Como el hombre del saco, Krampus secuestra a los pequeños que
han tenido un mal comportamiento.
Max, el niño protagonista de la
película, que reniega de la Navidad y del poder conciliador de Santa
Claus tras una calamitosa cena con los miembros de su disfuncional
familia, se convierte en víctima de la furia castigadora del hombre
salvaje de los Alpes. Solo la abuela de Max, de origen alemán, que
sufrió un episodio similar en su infancia, cree de corazón que el
verdadero espíritu navideño reside en valores como la generosidad
y el sacrificio. Después de la tormentosa cena familiar, se desata
una tempestad atmosférica en la que Krampus se hace presente. La
familia no tendrá más solución que actuar unida para sobrevivir a
ese horrendo desafío. En el reparto destaca Tony Collette como la
madre de Max, a la que acompañan Alison Tolman, Adam Scott, David
Koechner y Conchata Ferrell.
El
director del film, M. Dougherty, ya abordó otra tradición popular,
la de Halloween, en su primera película Truco
o trato (2007),
y ahora ha volcado su atención en el folklore austriaco en esta
comedia navideña con toques de terror, que también evoca el castigo
de los fantasmas del Cuento
de Navidad
de Dickens y que a ratos se parece a Poltergeist.
Pero me gustaría destacar la auténtica leyenda que se encuentra
detrás de esta historia. El tránsito entre un año y otro se
consideraba un momento propicio para llevar a cabo las ceremonias que
marcaban el paso de la niñez a la adolescencia, y en ellas parece
que intervenía, como figura principal, la del hombre salvaje. Este
personaje adoptaba formas diversas en cada lugar, aunque su función
simbólica era similar en todos ellos, representando un estadio
intermedio entre lo humano y lo animal. El
bosque, su lugar de procedencia, se veía como la frontera con un
mundo mágico
y también un territorio peligroso en el que se desataban el miedo y
los peligros. Para la naciente cultura urbana en la Baja Edad Media,
el hombre salvaje resultó igualmente una metáfora
útil para abordar las contradicciones entre el hombre y las bestias.
Esa reflexión era especialmente necesaria en un sistema de
pensamiento rígido
y jerárquico
como el cristiano, que negaba la continuidad evolutiva entre humanos
y animales. El salvaje, y su presencia en los mitos y ritos, se
convirtió así
en el instrumento adecuado para pensar los nexos entre la naturaleza
y la cultura.
La
figura del hombre salvaje aún está muy presente en el folklore
centroeuropeo, y también en algunos lugares de España. Como
herencia de la importante función que el hombre salvaje sin duda
cumplió en los ritos de paso de la infancia a la madurez, puede
comprobarse que los niños y jóvenes todavía conservan un papel
verdaderamente estelar en los actuales desfiles de los hombres
salvajes, que tienen lugar a lo largo del periodo invernal,
principalmente entre Navidad y el carnaval. Y está muy justificada
la pregunta acerca de por qué sucedía así precisamente en ese
tiempo del año. En cuanto al momento de partida, los antiguos
consideraban trascendentales los doce días
que van desde el 24 de diciembre al 5 de enero. Para la Iglesia
cristiana, era el período que media entre la Natividad y la Epifanía
y corresponde a la diferencia de duración entre el viejo calendario
juliano y el gregoriano. Pero en la mentalidad popular se pensaba
que, durante este tiempo, retornaban las criaturas de
ultratumba, por lo cual debían canalizar esas energías
en su beneficio y protegerse de sus nefastas influencias. También el
carnaval, con su alteración del orden cotidiano, la subversión de
las normas, era un momento adecuado para hacer visible a una figura
tan transgresora de la racionalidad como el hombre salvaje. Mediante
un lento y complejo proceso de sincretismo, las festividades
religiosas entre el Adviento y la Pascua cristiana fueron asimilando
los rituales paganos ancestrales preexistentes, que tenían una
antigüedad
incalculable. Entre ellos se encontraban los rituales y creencias
asociados a los hombres salvajes.
Con frecuencia el hombre salvaje se encarnaba en la
Cabra,
que en el pensamiento cristiano se asocia con la figura del demonio.
Esta modalidad del hombre salvaje predomina
en la mitad oriental de Europa. La encontramos en Rumanía, en
Austria asociada a San Nicolás,
y en Polonia a los cánticos
de Navidad. En los países
nórdicos
la Cabra es sustituida por el Macho
cabrío.
Este animal anuncia suerte, salud, fecundidad y prosperidad
económica,
y también
es emblema de la vitalidad de la naturaleza. Como al animal le
vuelven a crecer la lana y los cuernos, representa metafóricamente
la muerte y la resurrección.
El Ciervo es
otro ser mitológico estrechamente asociado a la cabra que desfila en
las mascaradas de Navidad en Inglaterra, Rumanía y Bulgaria. Los
celtas adoraban a Cernunnos, una divinidad cornuda. Podemos verlo en
los petroglifos actuando como un ser psicopompo, es decir, un ente
que ayudaba al espíritu del difunto a llegar a la otra vida. Aunque
siempre han sido considerados como símbolos de renovación, la
Iglesia medieval siempre vio en ciervos y cabras, en tanto animales
cornudos, la encarnación de fuerzas demoníacas.
Krampus,
es una figura presente en Bad Mittendorf, en la región
austriaca de Estiria. Presenta afinidades con los diablos y animales
de la tradición
de Adviento. Acompañaba a San Nicolás
en sus viajes y su trabajo era asustar a los niños que no se habían
portado bien, al igual que molestar a los espectadores con un ruido
ensordecedor de campanas. En nuestros días, llegan a reunirse miles
de Krampus en Salzburgo.
Hay
otras muchas figuras del hombre salvaje centroeuropeo de formas
parecidas o que cumplen papeles similares. También en Austria, en la
noche de Epifanía
salen los Perchten,
criaturas que espantan a los más
pequeños y que intentan alejar el silencio de la noche invernal a
golpe de cencerro.
Krampus, fotografía de C. Freger |
Habergeiss (Cabra),
característica de Tauplitz, también en Estiria, es uno de los
personajes que acompañan a la Muerte y a Lucifer con sus diablos.
Fastidia a los asistentes pellizcándoles o quitándoles el sombrero.
Simboliza la fuerza y la fertilidad.
En
la República Checa
los
Certi (Diablos)
salen en
la tarde del 5 de diciembre. San Nicolás
visita a los habitantes de Třebíč y Nedašov acompañado del Ángel
y de los Diablos, cargados de esquilas y cadenas. Estos amenazan a
los niños con llevarlos prisioneros al infierno dentro de su saco.
Pelzmärtle,
en Baden-Württemberg,
es un Hombre de Paja que aparece el día
de Nochebuena acompañando al Niño Jesús.
Riñe a los pequeños desobedientes y les pega con su vara.
En
Rumanía, el
Cerbul (Ciervo)
desfila en Nochevieja en algunas ciudades como Corlata, rodeado de
danzantes con vestidos tradicionales que soplan el cuerno de caza. La
máscara
está hecha
de madera y se fija a un bastón
que actúa
como columna vertebral, y sobre el cual el Ciervo viste un tejido
ricamente decorado. Después
de un baile veloz, que atestigua su vivacidad, el Ciervo cae muerto
pero resucita gracias a los cantos y bailes de sus acólitos.
¿Qué
aparece de todo esto en la película? La abuela alemana cuenta, a
través de una bonita animación, que en su niñez sufrió la
aparición de un espíritu antiguo y siniestro, Krampus, que es como
la sombra malvada de Santa Claus porque no viene a compensar sino a castigar, su papel no es dar sino quitar. Por ello este ser infernal se llevó a su familia al inframundo y así la
abuela se quedó sola, como advertencia de lo que sucede cuando muere
el espíritu de la navidad. No falta tampoco por ello en la película
una crítica a la Navidad practicada como un desmadre consumista y
gastronómico, que es a lo que estamos acostumbrados. Pero no hay un
mínimo de rigor antropológico en el planteamiento fílmico, que se
decanta por lo fantástico y el terror apocalíptico al que Hollywood
recurre con obsesiva frecuencia. Pero, a pesar de ello, bienvenidas
sean las películas que hagan más populares estas figuras
folklóricas. Seguro que, con ese pretexto, alguien se anima a querer
saber más sobre Krampus y los demás hombres salvajes. Si es
vuestro caso, aquí tenéis algunos enlaces interesantes con
interesantes ilustraciones.
La alargada sombra del hombre salvaje |
Una mirada siempre inteligente la tuya, buscando las raíces antropológicas del cine. No conozco la película, pero si tus elaborados artículos sobre el hombre salvaje, y los recomiendo vivamente.
ResponderEliminarFelicidades por la entrada.
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