La vida es bella (1997) es, quizá, la mejor película dirigida por Roberto Begnini, con la que obtuvo el Oscar al mejor actor en 1998. Está basada en las memorias de Rubino Romeo Salmoni, que logró sobrevivir al Holocausto. Tras ser liberado de Auschwitz en 1945, escribió un libro con el significativo título de Al final derroté a Hitler. Entusiasmadas con el film, que pudimos degustar en su versión original y en sala de cine, como debe ser, María Lorenzo y yo escribimos sendos comentarios, el suyo mucho mejor que el mío, indudablemente. El otro día, mientras buscaba unos papeles, aparecieron juntos en una carpeta, y he pensado que pueden seguir juntos en soporte digital.
El cine no es solo una fábrica de sueños. Como la novela, es también un espejo que se pasea ante la realidad, reflejando todas sus contradicciones. Las películas crean mitos muy potentes, reciclando para ello elementos culturales de muy diverso orden. En la pantalla proyectamos nuestras ilusiones y temores más profundos. El Séptimo Arte es por ello una herramienta clave para averiguar quiénes somos realmente. Cine y Antropología se alían en busca del saber acerca del hombre.
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jueves, 30 de julio de 2015
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