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miércoles, 4 de abril de 2018

DE "TODO EL MUNDO VIENE A RICK´S"(1940) A "CASABLANCA" (1942). La asombrosa historia del guión.

Se cumplen 75 años del estreno nacional de Casablanca y en nuestro blog queremos celebrarlo a lo grande con una serie de entradas sobre la película. Aunque parece que todo está ya dicho sobre ella, tenemos la atrevida pretensión de contarlo de otro modo, dejando lo cinematográfico en un segundo plano para dar prioridad a los interesantísimos aspectos políticos, sociales y culturales que la rodean y así poder contextualizarla mejor. Para ello, vamos a mezclar antropología, historia, cine, teoría literaria y hasta la investigación documental. Todo lo necesario para transmitiros los secretos de la magia y el misterio imborrables de este gran filme. Esperamos que disfrutéis del viaje tanto como lo hemos hecho nosotros.

La asombrosa historia del guión de Casablanca. Nace la idea.



Murray Burnett
Si los lectores desconocen que Casablanca está basada en una obra de teatro, Todo el mundo viene a Rick´s, que nadie se apure. Ingrid Bergman, que será eternamente recordada por su interpretación en la película, tampoco llegó a saberlo hasta 30 años después. La historia comienza en 1938, cuando Murray Burnett (1910-1997), un joven profesor norteamericano de secundaria, recibe una herencia de 10.000 $ y decide gastarla con su esposa en el típico viaje de Grand Tour por Europa. Pero esas idílicas perspectivas se esfuman por la fuerza de los acontecimientos históricos. Acaba de producirse la Anschluss, la Anexión de Austria, el 12 de marzo de 1938 y, cuando los Burnett visitan Bélgica, donde ella tiene unos parientes, estos les piden que acudan a Viena para ayudar a unos familiares judíos a sacar dinero del país. La desbandada de refugiados en Europa es ya imparable y el clima antisemita está alcanzando cotas muy preocupantes, hasta el punto de que en el consulado les advierten que no podrán hacer nada por ellos si tienen algún problema. En Austria se ven obligados a lucir una banderita norteamericana en la solapa a modo de identificación protectora pero ello no les pone a resguardo de las humillaciones que, a diario, sufren los judíos europeos. Burnett toma entonces plena consciencia de la enorme opresión que supone el nazismo en las vidas de millones de ciudadanos inocentes y comprende que toda neutralidad, como la de Estados Unidos, es un error fatal. Pero en ese itinerario tormentoso hay un momento realmente feliz. En el camino de vuelta, unos amigos llevan a la pareja a un local nocturno en la Riviera francesa, Le Kat Ferrat, en Juan-les-Pines, cerca de Antibes. Burnett se queda absolutamente prendado del ambiente cosmopolita del local, repleto de gentes de todas las nacionalidades, donde un pianista de color ameniza al variopinto público. Allí mismo se le ocurre que ese podría ser el decorado perfecto para una obra de teatro. 
De vuelta en Nueva York, entra en contacto con Joan Alison (1902-1992), una rica y sofisticada mujer, diez años mayor que él, con la que más tarde contraería segundas nupcias. Joan tiene amistades en el mundo teatral y le ayuda a escribir su primer drama. Everybody comes to Rick´s sería su segundo proyecto juntos, y el título de la obra de teatro logra colarse en la película a través de las palabras de presentación del Capitán Renault, en funciones de coro griego. Burnett escribía la obra mientras que Alison revisaba y aportaba ideas, algunas verdaderamente tan fundamentales como la de los salvoconductos. En su compañera de escritura se inspira también la figura de Louis Meredith, la femme fatale norteamericana que enamora a Rick pero que, en el filme, se transforma en la atormentada Ilsa, incapaz de elegir entre los dos héroes.
El rapto de Europa
El lapso de tiempo que transcurre entre el viaje a Europa en 1938 y la primavera 1940, momento este en que, en solo seis semanas, Burnett y Alison escriben la obra de teatro, es verdaderamente trascendental porque, en el ínterin, se produjeron grandes cambios en la situación europea. Principalmente, la ocupación alemana de Checoslovaquia en marzo de 1939, lo que hizo que el Presidente Emil Hácha se exiliase a Londres. Allí se organizó rápidamente una activa resistencia bajo la dirección de Edvard Benes. Su acción más contundente sería la temeraria Operación Antropoide con la que, en mayo de 1942, consiguieron acabar con la vida del poderoso jerarca nazi Reinhart Heydrich, conocido como "El carnicero de Praga".
Esa visibilidad del conflicto checo antes de la guerra justificó la presencia, en la obra de teatro, de Victor Laszlo, un magnate de la prensa al que los nazis pretenden confiscar su inmensa fortuna en represalia por haber publicado propaganda antigermánica. Aunque en la película Laszlo se transmuta en un líder de la resistencia, se sigue aludiendo a su papel de agitador propagandístico en la prensa de su país.
París, un destino que gusta a todos
Otro acontecimiento crucial que, sin duda, debió de constituir el detonante final para la obra teatral, fue la invasión de Francia por la Wehrmach. El 14 de junio de 1940 cae París, evento traumático que se evoca en el famoso flashback de la película. El mismo día, el General De Gaulle, Vice-ministro de Defensa, se refugió en el Reino Unido. Tras la firma del Armisticio, los alemanes ocuparon el norte de Francia (región que comprendía París y la zona atlántica- estratégica para asediar Inglaterra-, que representaba el 60 por ciento del territorio) y anexionaron una zona históricamente germanizada, Alsacia-Lorena. El resto del territorio, la (irónicamente) denominada Zona Libre, que incluía el sur de Francia y las posesiones coloniales en África, quedó en manos del mariscal Pétain, un héroe de la Primera Guerra Mundial. La sede de su gobierno se instaló provisionalmente en Vichy, una conocida ciudad balneario en Auvernia. En realidad, el denominado "Estado francés", -que supuso una ruptura de la III República-, fue un gobierno títere de los alemanes (disponía de ejército pero no de armamento pesado), organizado bajo consignas propias del nacionalcatolicismo: "Travail, Familie, Patrie". Y, no lo olvidemos, fueron copartícipes de la persecución antisemita en su territorio. Hubo un millón de colaboracionistas frente a otros tantos resistentes, un dato muy a tener en cuenta para comprender la mentalidad humana en tiempos de guerra. El resto, el 95 por ciento de la población francesa, se quedó en el ambiguo limbo del no sabe/no contesta. Estos importantísimos cambios en la geopolítica europea, que debían de verse con preocupación en el país que se adjudica el papel de guardián último de las libertades en el mundo, seguramente determinaron que Burnett y Alison, por aquel entonces ya casados, se precipitasen a escribir la obra de teatro. Primero pensaron en situar la acción en Lisboa, la escala última, intermediaria entre Europa y Estados Unidos, pero luego la trasladaron a Casablanca. Aunque Burnett carecía de información de primera mano sobre este lugar porque en su viaje no llegó a estar allí, ese desplazamiento del escenario permitió plasmar muy gráficamente el imparable avance de los tentáculos nazis más allá de los límites del Viejo Mundo.
El guión de Casablanca. Un patchwork a siete manos.
Cuando leemos que el script de la película se debe a siete guionistas, al principio resulta un tanto difícil entender la intensidad y complejidad de su trabajo dado que, en la obra teatral, ya estaban presentes los elementos más efectistas de la historia, inclusive la inolvidable canción "As Time Goes By". La obra se desarrolla en los primeros meses del Régimen de Vichy. Rick Blaine es el dueño de un conocido café en Casablanca, capital del Marruecos francés. Rick, divorciado y con dos hijos, había sido un prestigioso abogado criminalista en París. Allí conoció, años atrás, a la seductora Louis Meredith,- un personaje bien distinto de la Ilsa del filme-, que se convirtió en su amante. Guillermo Ugarte llega al café y entrega a Rick unos salvoconductos destinados a Victor Laszlo, un millonario checoslovaco, y su esposa. Rick apuesta 5000 francos con el capitán italiano Rinaldo (en la película, Renault) a que Laszlo conseguirá escapar de los nazis, comandados por el joven capitán Strasser, nuevo agente del consulado alemán. Este exige a Rick que no interfiera en la operación para atrapar a su enemigo. 
Por su lado, Martínez, dueño del Blue Parrot Bar (el Signor Ferrari en la película) intenta sin éxito contratar para su negocio al pianista Sam the Rabbit, viejo amigo de Rick. Finalmente, Victor y Louis hacen una deslumbrante aparición en el café de este exhibiendo su belleza, fortuna y elegancia. Ella reconoce a Sam, a quien pide que toque la melodía que le recuerda los buenos tiempos en París. Los acordes atraen a Rick, que entrega a su ex-amante la llave de su apartamento. Después se queda solo bebiendo para espantar los agridulces recuerdos que le evoca aquella música. Tal como Rick esperaba, Louis acude pero le reprocha cuán distinto es del idealista de antaño. Él achaca su amargura a la traición de ella en 1935 (hay, pues, cinco años de diferencia, mientras que sólo uno en la película, lo que hace menos verosímil el fuerte cambio de personalidad de Rick). Pero, como todavía la ama, le propone viajar a América con los salvoconductos. Ella le pide tiempo para explicarlo primero a Laszlo, porque se siente en deuda moral con él pero Rinaldo/Renault le avisa de que ella lo está manipulando para obtener los salvoconductos. 
En el café de Rick, los alemanes obligan a Sam a tocar el himno nazi pero Laszlo ordena que interpreten la Marsellesa. Rick ayuda al esposo de Annina, una joven búlgara, a obtener el dinero que preciso para las visas, burlando los inmorales planes de Rinaldo. Se produce una pelea, lo que motiva que el local sea clausurado. 
En el tercer acto, los Laszlo acuden al café a recoger los salvoconductos y, aunque Louis insiste en que desea quedarse en Casablanca con Rick, este no lo acepta. Rinaldo propone entregar uno de los salvoconductos al matrimonio búlgaro y detener a Victor pero Rick ayuda a escapar a los Laszlo apuntando al policía. La obra termina cuando los alemanes entran en el café a arrestar a Rick.
Hollywood entra en escena
Durante más de un año, Burnett y Alison intentaron que la obra se estrenase en Broadway pero lo impidió  la mojigatería de la censura, debido al explícito comercio sexual con los visados y el manifiesto adulterio que cometían los protagonistas en París. Sin embargo, Irene Lee, la directora de guiones de la Warner Bros., vio grandes posibilidades en el texto. De hecho, el analista de la compañía hizo este atinado comentario: "Excelente melodrama. Escenario exótico y de gran actualidad. Atmósfera de suspense con conflicto físico y psicológico. Una trama intensa y un sofisticado romance". Y podemos preguntarnos qué había cambiado tanto, desde junio de 1940, para despertar esa respuesta entusiasta frente el fracaso previo de los autores en busca de un productor. Muy pocos días antes de que la Warner adquiriese el inédito guión por una elevada suma, el 7 de diciembre de 1941, Japón había atacado Pearl Harbour, lo que desencadenó que Estados Unidos entrase, por fin, en la contienda mundial. Frente a su tradicional postura aislacionista, el gobierno de Roosevelt llamó a toda la nación, y muy especialmente a la industria cinematográfica, a colaborar intensamente en el esfuerzo bélico. 

 Es muy interesante examinar qué había sucedido hasta entonces en el mundo del celuloide. El productor Hal B. Wallis y los dueños de la Warner, judíos emigrados a USA, sabedores de las atrocidades que estaban llevando a cabo los alemanes, ya abandonaron sus negocios en Alemania en una fecha tan temprana como 1934 y, a través de la Liga Antinazi, desarrollaron en sus producciones una activa política de denuncia. Por contra, los otros grandes estudios solo renunciaron a la lucrativa distribución cinematográfica en Europa, a la fuerza, con el inicio de la guerra en 1939. También el gobierno de Roosevelt había mantenido una reprobable neutralidad, haciendo lo posible para no ofender a Alemania, e incluso miraba con desagrado la resistencia de De Gaulle. Solo tardíamente se prestaron a sostener la causa aliada, de manera indirecta, mediante la Ley de Préstamo y Arriendo de 1941, por la cual proporcionaban armamento a pagar o devolver después de la guerra. Pero en 1942, por fin, sonó la hora del compromiso más directo y la Warner estuvo allí para plasmarlo como tema central de Casablanca. La película vio la luz en el momento histórico más adecuado, porque antes habría resultado inoportuna para la postura oficial del gobierno, como sucedió con El gran dictador (1940) de Charles Chaplin o El sargento York (1941) de Howard Hawks, que se consideraron una amenaza para la neutralidad del país. Rick simbolizó ese paso adelante de la América solidaria con Europa y lo hizo, significativamente, justo unos días antes del ataque japonés, detalle de gran relevancia, como luego explicaremos.
Hasta el verano de 1942, mientras se elaboraba el guión y se rodaba la película a trompicones, los aliados todavía se enfrentaban a un difícil escenario en Europa y el público necesitaba grandes dosis de optimismo para confiar en la victoria final, entonces todavía muy incierta. Por ello, el espíritu patriótico se filtra por los intersticios del filme. Pero al final del año, cuando por primera vez se exhibió en Nueva York, ya estaban empezando cosecharse los frutos del avance contra las fuerzas del Eje y, más que en ningún otro lugar, en Casablanca. Nunca pudo existir mayor sentido de la oportunidad histórica para ese estreno.
El juego de las metamorfosis
Pero retrocedamos un poco para comprobar cómo aquella obra de teatro, inestrenable pero llena de interesantes hallazgos, se convirtió en uno de los mayores mitos cinematográficos de todos los tiempos. Al haber relatado su contenido, que presenta sensibles variaciones respecto a la película, evitamos la temida acusación de spoiler y, al mismo tiempo, tenemos a la vista los elementos esenciales del guión reescrito incesantemente, hasta el final mismo del rodaje. En ese proceso, excepto Victor Laszlo, los otros tres grandes coprotagonistas -Rick, Ilsa y Renault- experimentaron importantes transformaciones, tanto dirigidas a resaltar el valor moral del sacrificio como a ofrecer un producto rentable para el mercado. A grandes líneas puede decirse que los "chefs" que intervinieron en la preparación del plato aportaron, cada uno, un ingrediente esencial. Pero para describir gráficamente lo que sucedió, también podríamos evocar el cuento de la Bella Durmiente, en el que las tres hadas conceden un don a la princesa Aurora por su nacimiento: los ingeniosos gemelos Epstein, el humor; Casey Robinson, el amor; y Howard Koch, uno de los radicales de Hollywood, el inquebrantable compromiso por la libertad. 
Los guionistas Epstein
En el laborioso trabajo de ajustar el argumento a todas las posibilidades de los actores del reparto y a las necesidades del momento histórico, Martínez (dueño del club The Blue Parrot) pasó a ser italiano, Ferrari, al igual que Ugarte, cuyo apellido es vasco. 
A estos personajes con connotaciones negativas se los asoció a una nación enemiga, evitando ofender a los países sudamericanos, en su mayoría neutrales, para no perjudicar las posibilidades de exhibición del filme. Con ello vemos qué sutiles estrategias sociopolíticas subyacen en el mundo del cine bajo detalles aparentemente insignificantes. 
Por el contrario, el capitán italiano Rinaldo se convirtió en el prefecto de la policía francesa Louis Renault, un pícaro de tomo y lomo al que interpreta magistralmente Claude Rains, un actor mayúsculo capaz de hacer simpático a su corrupto personaje y creíble su conversión final a la causa más justa. Finalmente, el joven capitán alemán se transformó en el maduro y sibilino Mayor Strasser, un personaje absolutamente magnético que ejemplifica a la perfección el oscuro carisma del nazismo. 

La Liga antinazi en la Warner Bros.
Merece la pena resaltar que muchísimos de los actores eran, ellos mismos, refugiados europeos en Hollywood, lo que sin duda reforzó el contenido propagandístico del filme y le añadió un toque muy irónico que ahora se nos escapa. Así sucede con el actor que interpretaba a Strasser, el alemán Conrad Veidt, cuya tercera esposa era judía. Impuso en su contrato la condición de interpretar sólo papeles de nazis, lo cual hacía con tanto ahínco que, como recuerda EduardoTorres-Dulce, hasta lo insultaban por la calle. Pero él donaba parte de su sueldo al esfuerzo bélico y se implicó a fondo en la defensa de causas sociales tan avanzadas para aquella época como los derechos de los homosexuales. Por su parte, Paul Henreid, el caballeresco Victor Laszlo, era un refugiado austríaco, al igual que Peter Lorre. Henreid no dudó en romper su lucrativo contrato con la UFA, la cinematografía alemana, en 1938. Sin embargo, en Estados Unidos comenzó realizando papeles de alemán que podían perjudicar su carrera por lo que, aunque no le gustaba el papel un tanto acartonado de Laszlo, por consejo de su agente lo aceptó para afianzar su posición en la meca del cine.Vemos así cuán complicadas eran las relaciones entre realidad y ficción para estos emigrados hollywoodienses.
Laszlo, con la herida del héroe que recuerda la de Harry Potter
Un Peter Lorre de los bajos fondos
Los búlgaros, Jan y Annina, la bellísma Joy Page

Rick castigador con Ivonne y Sacha
Al camarero Carl lo inmortalizó S. Z. Sakall, un judío húngaro, como lo era el propio director Michael Curtiz, que escapó de la revolución de los soviets como el ruso Leonid Kinskey, el simpático camarero Sacha. Helmut Dantine, como Jan Brandel, el esposo búlgaro, había liderado un grupo juvenil antinazi en Viena y acabó en un campo de concentración. Marcel Dalio era Emil el croupier, que huyó a Hollywood tras la caída de Francia. Estaba casado con Madeleine LeBeau, la despechada Ivonne. 
Michael Curtiz con Rick e Ingrid como dama misteriosa

Judío era también el genial compositor Max Steiner. Los hermanos Epstein, los talentosos guionistas que recibieron un Oscar por su trabajo junto con Howard Koch, eran igualmente judíos.  Mientras escribían los diálogos de la película, participaron en el rodaje de un documental propagandístico dirigido por Frank Capra, Por qué luchamos. Y, en el colmo de la paradoja, hasta a los oficiales alemanes los encarnaron actores judíos. Hollywood y, en particular, el plató de rodaje de Casablanca en el verano de 1942, era un microcosmos de la Europa perseguida. Así es fácil de ver que todo, hasta el último detalle, garantizó que los objetivos político-sociales de la película-la denuncia del nazismo y la defensa del compromiso con los pueblos oprimidos- pasasen a un primer plano, aunque sabiamente equilibrados con el amor y el humor más irrepetibles. Hasta el omnipresente productor, Hal B. Wallis, aportó un valioso granito de arena con la imperecedera frase "Louis, presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad". Acompañado con las notas de la Marsellesa, el segundo final cierra felizmente la historia del sacrificio y redención de Rick, eludiendo el mensaje pesimista de la obra de teatro. Y ello, además, rodeado de un potente simbolismo: en un espacio abierto, el aeropuerto, en el que presenciamos tanto a Rick/America derrotando a Strasser/Alemania como el vuelo de Laszlo e Ilsa en camino hacia un Nuevo Mundo mientras que, rodeados por la sugestiva niebla, el héroe redimido retorna junto a Renault a su lucha por las libertades. 



Fuentes consultadas para el proyecto en su conjunto:
-Alsina Thevenet, Homero: Historias de películas (pocket). Ed. El cuenco de plata, 2001.
-Augé, Marc: Casablanca. Gedisa, 2009.
-Biral, Robert L.: "The American Hero-Quester". Yale-New Haven Teachers Institute. 2018. Web.1-3-2018.
-Crampton, Jeremy W.: “Maps as social constructions: power, communication and visualization”. Papers in Human Geography, 2001.
-Conley, Tom: Cartographic Cinema. University of Minnesota Press, 2007.
-Eco, Umberto: “Casablanca: Cult Movies and Intertextuality”. Sub State, vol.14, N. 2. Issue 47, University of Wisconsin Press.
-Fidalgo, Miguel: Michael Curtiz. Bajo la sombra de Casablanca. T &B Editores, 2009.
-García Lorenzo, María M.: “La transculturalidad del mito artúrico”. En Tejiendo el mito. UNED, 2012.
-García Lorenzo, María M., y Zamorano, Ana I.: Modern and Contemporary American Literature. UNED, 2011.
-González Arroyave, Juan Carlos: Elogio de lo imperfecto. El cine de Billy Wilder. Universidad de Antioquía, 2008.
-Harley, J.B.: “Deconstructing the Map”. Cartographica, 1989.
-Harmetz, Aljean: The making of Casablanca. Bogart, Bergman, and World Ward II. Hyperion, 2002.
-Lupack, Alan, y Barbara Tepa: King Arthur in America. D.S. Brewer, 2001.
-Mauk, David, y Oakland, John: American Civilization. An Introduction. Routledge, 2014.
-Piñero Gil, Eulalia: “París era una Mujer: Gertrude Stein, las expatriadas y la eclosión de las artes”.Web. 9-3-2018.
-Sanchez Meca, Diego: Modernidad y romanticismoPara una genealogía de la modernidad. Tecnos, 2013.
-Spoto, Donald: Notorious. The Life of Ingrid Bergman. Harper Collins, 1998.
-Tubau, Daniel: El espectador es el protagonista. Alba Editorial, 2015.
-VV. AA: Casablanca: 75 años de leyenda. Notorious ed., 2017.
-Casablanca (film). Wikipedia. Web. 28-2-2018.


Recursos audiovisuales:
-Casablanca (1942). Blu-ray. Warner Bros., 2014.
-Cinco tumbas al Cairo (1942). Suevia Films, 2006.
-Casablanca (1942) en la memoria. Entrevista a José Losada.
-Casablanca revisitada. 1992. Jose Luis Garci.
-Viajamos…Porque la vida es una tómbola. Entrevista a Eduardo Torres-Dulce. Viaje al centro de la noche. Radio Nacional. 23-12-2017.

B y JosedaVinci  https://www.instagram.com/joseda_vinci/
Como las restantes entradas de la serie, el proyecto está dedicado a mis queridas amigas María Laso González y Josefina Buendía Maturana. Con reconocimiento y gratitud.


viernes, 9 de marzo de 2018

"CASABLANCA" (1942) EN LA MEMORIA.


Mientras preparaba un estudio en profundidad sobre la mítica Casablanca (1942), de Michael Curtiz, pensé que sería buena idea recabar la opinión no especializada de los espectadores para ayudarme a comprender mejor su alcance cultural. José Losada, colaborador en nuestros blogs Tinieblas en el corazón, Ateneas. Mujeres para la historia, y Anthropocinema, me sorprendió con una esplendida entrevista, llena de puntos de vista muy estimables y que creo que merece muchísimo la pena compartir. Os encantará.

¿Qué relación ves tú entre Casablanca y el contexto bélico en 1942?
Se trata de una película muy oportunista porque se filma en el momento más delicado de la Segunda Guerra Mundial, en un escenario en que la beligerancia era total y, por eso, los nazis tienen un papel fundamental como los archienemigos a los que hay que derrotar. Pero, en el fondo, la película va mucho más allá de ese concreto problema histórico para abordar un tema muy romántico: qué sucede cuando se ama tanto a una persona que no dudas en dejarla marchar en aras de una causa más elevada. El actor que encarna ese sentimiento tan noble es Humphrey Bogart y muy pocos podrían haberlo interpretado de una manera tan convincente. "De todos los cafés del mundo tuvo que elegir el mío". Rick se buscó un agujero donde aguantar hasta el final de sus días pero el destino le salió al encuentro en Casablanca.


¿Qué clase de personaje es para ti Ilsa Lund?
Ella tiene una personalidad verdaderamente ambigua. Es feliz junto al gran héroe de la resistencia aunque también quiere a Rick. Como él, añora París y, en cierto modo, con su ambivalente actitud se aprovecha del amor que Rick todavía siente por ella para conseguir los salvoconductos. En cambio, a él no le guía ningún interés cuando se los entrega. Ilsa y Laszlo necesitan desesperadamente los visados para no morir en Casablanca y Rick no duda en meterse en líos para proporcionárselos. Él ya no es aquel joven ingenuo que vivía en París, es un adulto que toma decisiones maduras. Su amargura final, cuando decide volver a luchar por las libertades, es muy distinta de la amargura del principio, la que le hace emborracharse para escapar del dolor que ha intentado acallar tanto tiempo bajo su cinismo. Al terminar la historia está sereno porque, aunque no ha conseguido recuperar su amor perdido, está en camino de lograr su plena realización como ser humano.


Y, ¿qué crees tú que hacía Rick, un americano, en el París antes de la guerra?
Él era un aventurero y se movería por Europa por intereses: conocer nuevos sitios, vivir experiencias arriesgadas como su participación en la guerra civil española o ayudando a los etíopes frente a la invasión italiana. Seguramente querría progresar en la vida pero el amor se cruzó en su camino y resultó fatal, por lo que se buscó el sitio más oscuro que se le ocurrió para terminar su trayectoria. Para él, el café americano de Casablanca era una "Estacion Termini" después de andar por todas partes, un lugar en el que el protagonista debió de pensar: "aquí me retiro". Pero al final resultó que solo era un estadio más en su camino.

¿En qué medida ves tú a Rick Blaine y Victor Laszlo como antagonistas?
En la película Rick es todo lo contrario a Laszlo pero solo aparentemente. De tan materialista y aprovechado que parece ser, se acaba transformando en el más desprendido, aunque ello solo sucede después de hacer un largo viaje personal. Al llegar al final ya no le quedaba nada por experimentar.


¿Y qué pasa con los personajes secundarios de la película?
Peter Lorre borda el rol de villano, su interpretación resulta muy creíble. También están estupendos Claude Rains y el pianista, que en realidad era solo cantante, Dooley Wilson. Victor Laszlo es un personaje muy curioso, una especie de caballero blanco, un Lancelot hipervirtuoso y superimportante para los demás, el gran hombre que todos necesitan para ganar la guerra pero que, paradójicamente, no puede cumplir su gran labor si no es junto a Ilsa. Pero, le demos las vueltas que le demos, la película trata de la decisión de Rick, su compromiso con la causa, y todos los demás personajes están pensados para contribuir a esa idea.

¿Te has dado cuenta de la omnipresencia de los mapas en esta película, que parece mucho más palpable que en otros filmes de la etapa bélica?
Pues es que las guerras son épocas en las que los mapas resultan esenciales. Lo que se trataba de explicar al público con Casablanca era que el destino de un país, Estados Unidos, se estaba decidiendo en otros rincones del mundo. En aquel momento, al otro lado del Atlántico, en el norte de África. Pero, en todo caso, lo que hace universal a esta película no es el ambiente bélico, la Marsellesa, los mapas... sino la historia que se cuenta: la estética de la derrota de Rick y cómo su gesto de grandeza contribuye a salvar el mundo.


Ya sabes que en Anthropocinema siempre intentamos dirigir una mirada antropológica a las películas que forman parte de nuestro imaginario colectivo. ¿Encuentras posible abordar el análisis de Casablanca desde el punto de vista de la antropología?
En este caso hay un escenario africano en el que reina el colonialismo occidental. Los alemanes, los franceses y los americanos llevaron su guerra a África, continente que no sacó nada en limpio ni participaba en la contienda pero, no obstante, sufrió sus consecuencias. Para mí existe una segunda lectura antropológica y que se refiere a algo que se repite en muchos países, el colaboracionismo. Cuando se produce la ocupación de un país, entre sus habitantes siempre hay alguien dispuesto a ayudar a los invasores. Es una situación digna de estudio porque no siempre lo hacen porque estén intimidados sino que parece haber una tendencia en el ser humano a plegarse a los nuevos amos. Lo podemos comprobar en nuestra guerra de independencia o en el gobierno de Vichy respecto a los alemanes. Frente a ello, como par conceptual de la colaboración, aparece la resistencia, y ello se ve muy bien en la película. Ambas actitudes son el yin y el yang de la historia. Es un tema que admite varios enfoques.

¿Cómo ves reflejada la tragedia de los refugiados en la película?
Es un asunto difícil de solventar para los muchos personajes desesperados que pueblan la historia. Rick escogió Casablanca como su punto de destino pero, para los refugiados, era un sitio de paso, un intercambiador hacia el exilio en un lugar más seguro para ellos en esos tiempos de zozobra. El refugiado fue un producto social no solo durante la guerra sino antes de ella. Es una situación que se repite tanto que parece que no cambia nunca. En la novela La noche de los tiempos, de Muñoz Molina, se aborda la cuestión. También hay un poema de Manuel María, "El camino es la nostalgia". El refugiado es el nostálgico por excelencia, inicia un viaje lleno de incertidumbre, dejándolo todo atrás.


¿De qué manera influye en el espectador la situación histórica que se estaba viviendo durante su rodaje?
Cuando se estrenó en 1943 era una película de plena actualidad. No era necesario nada especial para dar a conocer a los espectadores el contexto de la Segunda Guerra Mundial sino que era algo que estaba muy presente en las vidas de las gentes de esa época. Hoy ya no es así y tenemos que situarnos por referencias. Hay que hacer un esfuerzo para retroceder en la historia pero el mundo del cine ya nos tiene acostumbrados a todos estos clichés: los nazis, los resistentes, el gobierno de Vichy...Afortunadamente tenemos un background que nos permite situarnos fácilmente. Esas referencias están asimiladas en nuestro imaginario colectivo, como si las llevásemos tatuadas en la memoria. De lo que sabemos menos es sobre Japón y sobre los ciudadanos norteamericanos de origen japonés en Estados Unidos durante la guerra mundial.

Sí, efectivamente. En la costa oeste, la más cercana a Japón, se desató una paranoia que hizo que fueran internados en campos durante la guerra. ¿Consideras que Casablanca es una película de propaganda?
Lo que resulta verdaderamente difícil de entender es que, más allá de esa función propagandística, que resulta patente, el director consiguiera rodar una historia que versa sobre valores universales, lo que supone un gran mérito para su trabajo.

¿Puede decirse que Victor Laszlo es uno de los personajes más estereotipado del film?
Para mí no deja de ser un personaje secundario. El verdadero héroe es Rick. Para que su sacrificio sea creíble, Laszlo debe ser una persona muy virtuosa, entregada a la causa más noble, que arriesga su vida constantemente por ella. Sólo por una persona que merezca la pena Rick estaría dispuesto hacer semejante sacrificio. E Ingrid tiene que estar junto a un hombre ejemplar, idealista. Sin duda, en el momento en que se rodó la película estaba sometida a la incertidumbre del devenir de la guerra, se trataba de mantener alta la moral del los norteamericanos, justificar el sacrificio que estaban haciendo al entregar a sus hombres como soldados y al aportar el trabajo de toda la nación al esfuerzo bélico común de los aliados, y eso algo que el personaje de Rick ejemplifica muy claramente. Para llegar a ese punto de forja y temple, para convertirse en un tipo duro, casi de cine negro, tuvo que llevarse muchos golpes. El gesto noble que realiza lo engrandece, convierte su fracaso y amargura en una vía de salida para su impasse vital.


 ¿Cómo ves reflejados a los alemanes?
Son también como una parte del decorado, muy rígidos, al mismo tiempo crueles y torpes. Vienen a ser como la muralla de Ávila en una película histórica. No hay matices en los nazis del cine: hacían falta unos supermalos para perseguir a Victor Laszlo y en ese esquema no eran admisibles los grises, sólo el blanco y el negro.

Se habla mucho de las inconsecuencias del filme, de sus casualidades maravillosas. ¿Te parece que el reencuentro de Ingrid con Rick, en otro continente y más de un año después de la ocupación nazi de París, en la primavera de 1940, se parece a esos extraordinarios encuentros fortuitos en las novelas bizantinas, en el teatro de Shakespeare o en la novela europea del siglo XIX?
Pues para mi Ilsa se aparece de "cuerpo presente" en Casablanca porque Rick se acordaba de ella todos los días. La separación y el reencuentro son el combustible del teatro, las piezas dramáticas que hacen falta para que se mueva la acción en la obra.


Y ¿cómo entiendes tú los tan traídos y llevados salvoconductos?
Por un lado forman parte de los recursos narrativos para centrar la atención del espectador. Son un asunto administrativo, quizá unos documentos destinados a los servicios secretos. Pero, por otro lado, se asemejan al Santo Grial, algo que todo el mundo desea y busca, el mejor símbolo de la resistencia contra la opresión nazi. Los visados escapan mágicamente al poder de control absoluto de los alemanes. Sucede lo mismo con la Marsellesa. Solo los elementos simbólicos no se dejan doblegar por los invasores.


Define el rol del Capitán Renault.
Su principal función se hace patente en la escena final, con el comienzo de esa gran amistad. Es el personaje que mejor demuestra que la resistencia y la colaboración están separadas por un simple paso, sólo hay que moverse hacia un lado para traspasar esa delgada barrera.


¿Qué puedes decir del personaje del pianista Sam?
También es un ser de vuelta de todo, amigo pero empleado al fin y al cabo. Rick se habría arruinado, corrió aventuras en diversos lugares del mundo y fue recolectando gente por el camino para acompañarle.

Luego hablaremos más de esta figura esencial para la historia pero ahora me gustaría preguntarte cuál es para ti el género al que mejor se adscribe la película.
Yo la veo como un prisma de múltiples facetas, de manera que aparece una posibilidad distinta según cómo lo contemples: es una historia bélica, un drama sentimental o una trama policíaca de asesinatos y de personajes que quieren escapar. Por otro lado, está la historia épica de Rick y su fracaso, que consigue hacer de la necesidad virtud y que se engrandece a través de ello logrando una victoria moral. Y a veces, también, el film tiene destellos de comedia.

¿Recuerdas cuándo viste Casablanca por primera vez?
No exactamente pero, fuera cual fuese la ocasión, la primera vez te quedas muy prendado de la historia romántica y del patriotismo de la escena de la Marsellesa. Pero, después de ver la película muchas veces, empiezas a percibir los matices de cada personaje, particularmente, los que se refieren a la redención de Rick. De hecho, es tan importante esa figura del perdedor sacrificado y su triunfo moral que Carlos Reigosa dedica una novela al tema con el título La victoria del perdedor. Así que ahora, cuando ves Casablanca, ya no te impresiona tanto la trama, ese suspense bien administrado que te hace pensar, hasta el penúltimo minuto, que Ilsa y Rick van a quedarse juntos, sino que te llaman más la atención algunos aspectos de los personajes secundarios. Me interesa mucho el historial artístico de actores tan sólidos como Peter Lorre en el rol de Ugarte o Claude Rains como el capitán de la policía francesa. Es como si fuera colocándose el foco cada vez en detalles distintos. Eso hace que los personajes secundarios salgan del fondo del escenario y avancen al frente cada vez que ves la película, porque ya no tienes que ocuparte de los aspectos principales.



Bueno, casi estamos terminando y aún no hemos hablado de la música de la película.
Este es otro de esos detalles que impresionan mucho al comienzo. Se ha convertido en algo tan asimilado que, cuando escuchas las notas de "As Time Goes By", visualizas inmediatamente la película. Se produce una asociación inmediata, como en los reflejos aprendidos de los perros de Pavlov. Pero, como sucede con la historia romántica, la música también queda ya relegada a un segundo plano cuando revisas la película, de tan archiconocida que resulta.


¿Qué aportación crees tú que realiza el vestuario a la narración?
Es muy importante para definir a los personajes. A mí me parece que Laszlo irradia luz, quizá porque el director de fotografía lo ilumina de una forma muy especial En contraste con los uniformes oscuros de los nazis o del prefecto de la policía francesa, o incluso el propio esmoquin blanco de Rick, que resulta menos luminoso, frente a Laszlo todo lo demás queda como en penumbra. Creo que con ese vestuario el diseñador trató de crear un personaje ideal, una especie de santo con armadura brillante capaz de motivar que cambiase la inercia entre Ilsa y Rick, que estaban llamados a unirse de nuevo, que estaban añorando encontrarse y que, sólo cuando aparece este personaje elevado, insustituible, se alteran los planes del destino.


¿Por qué entiendes tú que, al final de la película, Sam no acompaña a Rick en su nueva andadura en la clandestinidad?
Sam es el único elemento que liga a Rick con el pasado, además de Ilsa. En la película tiene mucha importancia ese aspecto: Sam como guardián de un pasado que no debe removerse. Por eso le dice: "¿no te había dicho que no la volvieses a tocar?". Sam lo acompaña al exilio en Casablanca, que representa lo desconocido. Actúa como el escudero del caballero, es un ejemplo de lealtad, de ayudante que calla lo que sabe. Viene a ser la sombra de Rick, el único que conoce sus secretos. Sin este personaje esencial, Rick no podría recuperar el pasado a través de la canción. Y Sam no lo acompaña a su nuevo destino precisamente porque representa el trauma que ya ha conseguido superar con su renuncia. Hasta entonces, Rick había sido prisionero de su memoria desesperanzada. Cuando se desprende de Sam, entendemos que Rick comienza una vida totalmente nueva. Con su redención encuentra una nueva amistad y consigue dejar atrás esa mochila de agravios que llevó arrastrando desde París a Casablanca. Por fin es libre.