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jueves, 14 de noviembre de 2019

CHARLEY BOWERS. ANIMACIÓN Y LA MODERNIDAD INDUSTRIAL. Animation Gossip 10.


En este nuevo Animation Gossip María Lorenzo nos habla de uno de los pioneros más inusuales de la animación: Charley Bowers. Aquí tenéis el enlace del vídeo: https://vimeo.com/353205158?fbclid=IwAR2Xg-lGlXqtSx0hqV4x4O4UT1Wl_AA6kFamcGStLJrMOzYFdgEDLLmJvxg
Charley Bowers, nacido en 1889 y fallecido en 1946, es un raro ejemplo de animador que, en una vida relativamente corta, toca todos los palos. Comenzó siendo el principal animador de uno de los primeros estudios que producía series cartoon en Estados Unidos, el estudio de Raoul Barré, y finalmente se estableció de forma independiente para realizar un género muy peculiar de comedia slapstick, donde mezclaba acción real con animación de personajes en stop-motion.
Parte de la vida de Bowers tiene aún un halo de misterio. Él afirmaba que de pequeño había aprendido a caminar por la cuerda floja, y que por esta razón lo raptó el dueño de un circo, donde estuvo trabajando varios años hasta que lo reconoció su tío. Gracias a este reencuentro volvió a su casa, donde llegó a tiempo de ver morir a su padre. Obligado entonces a mantener a su familia, tuvo diversos oficios, como funambulista, cowboy, domador de caballos y diseñador de escenarios. Un accidente lo alejó del circo, que cambió por el teatro, donde solía hacer papeles de niño… porque era bajito. 


Si os habéis creído una sola palabra de esta rocambolesca historia, vamos por buen camino. Por lo menos sabemos con seguridad que en 1912 estaba dibujando caricaturas para dos periódicos de Chicago, y que su talento le abrió las puertas de los estudios de animación, donde trabajaría en adaptaciones de cómics famosos, como Bringing Up Father de Geo McManus.



Hay que decir que en la década de 1910, al igual que estaba sucediendo en las fábricas de automóviles, el fordismo se estaba introduciendo en todos los aspectos de la producción industrial en Norteamérica, y la animación no fue una excepción. Los primeros estudios de animación que se establecieron en la costa Este de Estados Unidos implementaron inmediatamente la misma filosofía de división del trabajo, aumento de productividad y reducción de costes. El aspecto artístico no era importante; de hecho, se prefería que los animadores vinieran estrictamente del mundo de la caricatura, y no de las Bellas Artes, precisamente porque las primeras series americanas de animación se nutrían de los cómics. 


El principal estudio de animación de esta época fue el Bray Pictures Corporation, al que se debe un método de animación muy proclive a una gran división de tareas: la animación con acetatos. A éste siguieron el estudio fundado por William Randolph Hearst, International Film Service; el estudio TerryToons, que sería uno de los más longevos del mundo; y el estudio de Raoul Barré, donde trabajaría Charley Bowers.

Raoul Barré
En el estudio de Raoul Barré estaban produciendo una famosa serie basada en un cómic de Bud Fisher, socio y colaborador del estudio. Mutt & Jeff era un cómic muy popular, y el éxito de la serie de animación, que se produjo entre 1913 y 1922, no se hizo esperar. Charley Bowers entró a trabajar en el estudio en 1916, ofreciéndose como socio, pasando a llamarse el estudio Barré-Bowers.

Bud Fischer
Hay que decir que, un año después, Bowers hizo tratos con Bud Fischer a espaldas de Raoul Barré, y al final echaron a Barré de su propia compañía. Raoul Barré se fue a pintar a su casa.



La serie de Mutt & Jeff llegó a tener 200 episodios, en los que era frecuente que los personajes la liaran utilizando máquinas muy sofisticadas para hacer cosas realmente simples, como por ejemplo, darle la vuelta a las tortitas en la cocina o servir el desayuno. A este tipo de mecanismos absurdos se les llama máquinas rubegoldbergianas, en honor a su creador, el dibujante de cómics Rube Goldberg. Era algo parecido al “efecto mariposa” de El Hormiguero.

Máqina rube Goldberg

Después de disolver su sociedad con Bud Fisher y acabar los cartoons de Mutt & Jeff, Charley Bowers se asoció con el cineasta Harold L. Muller, con quien se trasladó a Nueva York para rodar una docena de cortometrajes, de los cuales solo han sobrevivido siete.


Hablaremos ahora de Bricolo, el personaje creado por Charley Bowers. En sus comedias suelen fabricarse máquinas ingeniosas que nunca responden como uno espera, y están siempre protagonizadas por el personaje interpretado por el propio Bowers, Bricolo, una especie de genio despistado, siempre sin un céntimo, obsesionado a partes iguales con las mujeres y con la tecnología.
Charley Bowers aportó al género slapstick un toque de absurda modernidad, al introducir el bricolaje visionario en casi todas sus tramas. El slapstick es un subgénero de la comedia que se caracteriza por presentar acciones exageradas de violencia física, pero sin consecuencias proporcionales. Pero también tiene una fuerte relación con el humor visual, como sucedía en las películas de Buster Keaton, donde a menudo la puesta en escena es lo que sirve para crear equívocos y sorpresas.


Las películas mixtas de acción real y animación de Charley Bowers son un ejemplo de lo que Freud llamaba “lo inquietante”, lo que no es familiar. Con sus máquinas de fabricar huevos irrompibles, sus plantas modificadas en que florecen gatos, o sus aves devoradoras de metal y que ponen coches, el visionario Bowers demostraba que la vida no le era suficiente y necesitaba desesperadamente la invención. No es extraño, por tanto, que los Surrealistas adorasen su obra, desde André Breton hasta Rafael Alberti, que le dedicó un poema:

El polo negativo no puede ser ni mucho menos
igual que el positivo
para la creación de un fantasma.
De la urgente necesidad de asustar a los niños
y del deber que tiene un ingeniero de espantar a
todo trance las hadas
Aisladores,
latones viejos y muelles rotos de las camas.

Y tantísimos otros quebraderos científicos, Odette
mía,
para morir airadamente y a manos de una sardina.
                                                                                Charles Bowers. Difunto inventor. *

A partir de los años 30, la actividad de Charley Bowers se difumina. En esta última época destaca el publirreportaje Pete-Roleum and his Cousins (1939), realizado enteramente en stop-motion. Su última película, Wild Oysters, data de 1941. Bowers se dedicó desde entonces a la ilustración para prensa, hasta que una enfermedad le impidió seguir dibujando, y finalmente sucumbió.

Pete Roleum

Charley Bowers fue un realizador con una marcada personalidad, que alcanzó un gran éxito en todo el mundo hacia el final de los años veinte. Sin embargo, sus películas se perdieron y, después de su muerte, quedó relegado al olvido.
Sin embargo, es evidente que las invenciones de Bowers, caracterizado como Bricolo, se adelantaron a los productos marca Acme de la Warner, y también a los cachivaches de dudosa utilidad de Wallace & Gromit. Su figura se reivindicó a partir de 2001, cuando se descubrieron copias de 15 de sus cortometrajes en Francia. Por esta razón, y porque aún quedan más películas suyas por redescubrir, Charley Bowers es una figura fascinante para los historiadores, y un realizador entretenido y refrescante para todos los públicos.
 
There it is
Bibliografía:
Giannalberto Bendazzi (2003), 110 años de cine de animación.
Cine para gourmets (2010), “Charley Bowers, el gran olvidado” (http://soloparagourmets.blogspot.com.es).
Donald Crafton (1982), Before Mickey: The Animated Film (1898-1928).
Adrián Encinas Salamanca (2017), Animando lo imposible. Los orígenes de la animación stop-motion (1899-1945).
Pedro A. Martín (2009), CineAstoria (https://cineastoria.wordpress.com).
William Solomon (2006), “Charley Bowers and Industrial Modernity”, Modernist Cultures, Vol. 2 (2).

A Wild Roomer


Enlaces a los cortos de Bowers:


-Now You tell one (1926):

-I’t’s a Bird (1930):

-A Wild Roomer (1926):

-Many a slip (1927):

-A Sleepless Night (1940):

 
It ´s a bird

CHARLES BOWERS, INVENTOR (de Rafael Alberti), 1929.
La defunción ante mi chaleco de los más poéticos
bosques
y la dispersión en bandada de los bellísimos
crepúsculos
mas la delicadísima luna y los tristísimos ruiseñores.
¿Por qué este muerto escoge para inclinarse la
izquierda
y este otro prefiere la derecha?
Pero a ti te calificaremos de encina.
Mas tú careces de apellido.
Y éste quisiera llamarse Carlos,
pero difunto ciprés.
¿Suspira usted por el trébol de cuatro hojas y los
airecillos balsámicos?
Madame,
voici la poésie:
serrín.

Daría por resultado la más hermosa fábrica de
palillos de dientes.
Odette,
mañana me caso.

Ralladuras muelas cocodrilo
y ojitos verdes ocas electrocutadas;
saliva policía rabioso
mas consejo ingerir reloj
y vomitar anillo
poca importancia agua.
Un kilo tiene 10 metros
Un metro vale 20 litros.

Resuelto totalmente el grave problema que acongoja
a los ultramarinos.
Huevos irrompibles.

El polo negativo no puede ser ni mucho menos
igual que el positivo
para la creación de un fantasma.
De la urgente necesidad de asustar a los niños
y del deber que tiene un ingeniero de espantar a
todo trance las hadas
Aisladores,
latones viejos y muelles rotos de las camas.

Y tantísimos otros quebraderos científicos, Odette
mía,
para morir airadamente y a manos de una sardina.

Mecánica.
Amor.
Poesía.
¡Oh!

Del libro de Alberti Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, 1929.

It is a bird


jueves, 24 de octubre de 2019

ALEXANDRE ALEXEÏEFF, CLAIRE PARKER Y LA PANTALLA DE AGUJAS. ANIMATION GOSSIP 9.



Desde el área de grabado de la Facultad de Bellas Artes de Valencia, María Lorenzo nos habla en este nuevo Animation Gossip de dos maestros de la animación artística: Alexandre Alexeïeff y Claire Parker. Aquí tenéis el enlace del vídeo:https://vimeo.com/353150863?fbclid=IwAR0QKEXA990gW4CLLNAr2hY5RUm9H-37Bxm_nz3KN06iw8R846LfVVM7chM
A comienzos de los años 30 se dan cita en Francia varios artistas, procedentes de distintos países, que utilizan la animación para desarrollar preocupaciones muy diferentes a los de la animación comercial, como Berthold Bartosch, antiguo colaborador de Lotte Reiniger, que en 1932 adapta a animación la novela en imágenes de Frans Masereel “La idea”, un filme realizado con grabado en relieve para tratar el tema de la revolución política y social. Hablamos también de Anthony Gross y Hector Hoppin, que realizan “La joie de vivre” (1934), un filme que rinde tributo a las Vanguardias, y que serviría de inspiración a los artistas de la UPA (https://www.youtube.com/watch?v=LAj5VjgTdQw).
Pero merece especial atención el dúo compuesto por Alexandre Alexeieff y Claire Parker, que en 1931 inventaron un singular método de animación: la pantalla de agujas o Pinscreen.

Alexandre Alexeïeff (1901-1982) nació en el Imperio Ruso en 1902, y murió en París en 1982. Alexeïeff pasó su infancia en Estambul y a los 7 años ingresó en una escuela militar de San Petersburgo, donde sus clases favoritas eran las de dibujo. En clase, el profesor de dibujo enseñaba objetos y luego los escondía, para que los alumnos los dibujasen de memoria. Este entrenamiento fue muy útil para Alexeïeff, que aprendió a centrarse en sus recuerdos y en los sueños.


Al estallar la Revolución Rusa, Alexeïeff era partidario del Comunismo, pero el asesinato de uno de sus tíos por los bolcheviques le hizo replantearse su posición y abandonar Rusia. En 1921 toma un barco que lo lleva a diferentes destinos, como Egipto o Japón. Finalmente llega a París para trabajar como escenógrafo, y se casa con una actriz de origen ruso, Alexandra Grinevskaya.
Hacia 1923 Alexeïeff es muy conocido por sus libros ilustrados pero una intoxicación con ácido nítrico lo obliga a estar internado durante dos años. En este período su esposa Alexandra aprende grabado para mantener a la familia, y se convertirá para Alexeïeff en una valiosa colaboradora, incluso tiempo después de que su matrimonio terminase.
En 1931 conoce a Claire Parker (1910-1981), una ingeniera americana, graduada en el MIT, que estudiaba Artes en París. Parker descubrió los libros ilustrados de Alexeïeff y, cuando más adelante lo conoció, le pidió que le diera clases. Este encuentro dio un cambio a sus vidas.
Alexeïeff empezaba a estar cansado del mundo de la ilustración e, inspirado por la película de su amigo Bartosch, “La idea”(https://www.youtube.com/watch?v=zT__PCFqd2M), empezó a tantear la posibilidad de trasladar al cine las ensoñaciones que dibujaba.
Sin embargo, las técnicas convencionales de animación no le servían para crear imágenes sugerentes de claroscuro. Por esta razón, pensó en una nueva técnica de animación más parecida a la pintura, que le permitiera modificar imágenes fotograma a fotograma: la pantalla de agujas.

La pantalla de agujas es un lienzo vertical, con una iluminación en ángulo oblicuo, y que está atravesado horizontalmente por más de 240.000 agujas que se pueden empujar en profundidad, lo que produce dibujos con distintos tonos de gris. Con esta invención, Alexeïeff podía hacer películas con su propio lenguaje plástico de grabador.
Alexeïeff, Alexandra y Claire Parker participaron juntos en la construcción de su primera pantalla de agujas. Pero como la familia de Parker financió los gastos y el mantenimiento de la familia Alexeïeff durante el rodaje de su primera película, la patente de la Pinscreen estuvo únicamente a nombre de Claire.
Su primera película fue Noche en el monte pelado, de 1933 (https://www.youtube.com/watch?v=wYbjW7XrWDo), un verdadero poema visual que fue muy aclamado por la crítica, aunque no les reportó grandes beneficios.
La animación con Pinscreen es una técnica muy laboriosa, que requiere mucha atención y también capacidad de improvisación. Con un estilo marcadamente surrealista, Alexeïeff nunca hacía bocetos antes de comenzar a animar. Para trabajar, Alexeïeff y Parker se sentaban cara a cara, a los dos lados de la pantalla de agujas, y, al igual que en el grabado, utilizaban diversos objetos e instrumentos para hacer incisiones en la pantalla y producir sus dibujos, fotograma a fotograma. Aquí podéis ver el proceso: https://www.youtube.com/watch?v=h_ji9mNuJJU
De alguna forma, cada aguja es como el píxel de una imagen mayor, un poco como el PixelArt, pero con mucha mejor resolución.
En Passant
Alexeïeff se inspiraba en historias de la vieja Rusia, en escritores como Nikolai Gogol y, sobre todo, en la música de Modest Mussorgsky. Aquí tenéis el enlace para ver Cuadros de una exposición:https://www.youtube.com/watch?time_continue=237&v=kXbBB4pNPaI. Sin embargo, cada película de pinscreen podía costar más de un año de trabajo, por lo que resultaban poco rentables, a menos que hubieran acordado previamente una buena distribución en cines.
Por esta razón, Alexeïeff y Parker tuvieron en paralelo varios trabajos en la publicidad y en algunos encargos de la National Film Board de Canadá, donde aún se conserva una de sus grandes pantallas de agujas. Asimismo, Alexeïeff también produjo la secuencia inicial de la película de Orson Welles, El proceso (1962), que adaptaba un tortuoso relato de Franz Kafka (https://www.youtube.com/watch?v=IlKEybkVl0M).
En total, Parker y Alexeïeff produjeron 6 películas de pantalla de agujas, más otros 41 filmes publicitarios realizados con técnicas variadas, como stop-motion y otros procedimientos de su invención, como la “totalización”. Aquí podéis ver Esso. Sève de la Terrehttps://www.youtube.com/watch?v=kDTG-katSvY

El estilo visual de Alexeïeff varió muy poco con los años. Alexeïeff no pertenecía a ningún movimiento artístico y siempre se mantuvo independiente. Quizá su película más narrativa es “La nariz”, de 1963 (https://www.youtube.com/watch?v=XCkVKCu1c5E), a partir de una historia satírica de Nicolai Gogol.
En 1922, el crítico de arte Elie Fauré escribió estas palabras que parecen adelantarse al trabajo del equipo Alexeïeff: “Supongamos que un artista estuviera dotado de la pasión de Goya y la fuerza de Miguel Ángel; proyectaría en la pantalla una especie de sinfonía visual rica y compleja, inaugurando perspectivas de infinitud y de absoluto que serían emocionantes por su misterio. Este es el futuro con el que sueño.”
En Passant
La animación con pantalla de agujas elimina las nociones de silueta, y de figura y fondo, logrando en la imagen una unidad pictórica. Las películas de Alexeïeff y Parker están, además, cargadas de simbolismo, y en ellas importan más la forma y las texturas que la narración.
Alexeïeff y Parker son un ejemplo de artistas que llegaron a la animación desde otros ámbitos, creando un producto alternativo y personal. Pero su carrera común también demuestra cuán cerca estaban la animación artística y la publicidad en Europa en los años 30 y 40.

Bibliografía:
Giannalberto Bendazzi (2001), Alexeïeff: Itinerary of a Master.
Giannalberto Bendazzi (2003), 110 años de cine de animación.
David Flórez (1982), Caminando en círculos, “100 cortos animados” (encirculos.blogspot.com)
Richard Neupert (2014), French Animation History.



martes, 6 de marzo de 2018

"IMPROMPTU" (2017), LA EMOCIÓN EN MOVIMIENTO. Un nuevo diálogo con María Lorenzo


Impromptu (2017), la emoción en movimiento.Un nuevo diálogo con María Lorenzo.
En Ateneas ya hemos tenido la oportunidad de conversar con la pintora y realizadora María Lorenzo (Alicante, 1.977), en diversas ocasiones anteriores, para hablar de sus cortos de animación y de otras cuestiones relacionadas con la creación artística e incluso también acerca la reflexión teórica sobre la misma, para la que nuestra interlocutora está especialmente cualificada por su condición de docente e investigadora. Y llega de nuevo el momento de recuperar ese interesante diálogo para hablar de su fascinante nueva obra, Impromptu (2.017), que gira en torno a los orígenes del cine y la historia de la animación, temas que se encuentran entre los favoritos de la autora. Aquí podéis degustar un pequeño anticipo de esta joya para saber un poco de qué vamos a tratar: https://vimeo.com/222723816


P: María, tu corto tiene cinco partes bien diferenciadas pero la sensación que produce en el espectador es de una fuerte unidad de conjunto. ¿Cómo concebiste la estructura de esta obra?

Un poco por causalidad y por intuición. La forma de producirlo fue haciendo un pequeño corto tras otro, sin tener siquiera decidido al 100% cuáles serían los temas musicales que faltaban por tratar. Pero sí tenía una vaga idea de lo que quería desde que conocí varias historias apasionantes sobre el origen del cine, el cine antes de los Lumière. Hoy en día la gente vuelve a conocer los elementos precinematográficos, como el zootropo y el fenaquistiscopio, y me apetecía hacer algo con ellos. El movimiento rotatorio me recordaba al estudio nº 13 de Chopin, “Arpa eólica”, del Opus 25, el primero que aparece en la película. Y, naturalmente, el estudio 24 del mismo Opus, “Océanos”, también me pedía a gritos que lo animase desde que vi el Atlántico en Gijón y grabé varios vídeos de olas. Muchas veces, hasta que no encuentras la inspiración en cosas de la vida diaria, no decides comenzar algo.


P: La música siempre ha estado muy presente en tus trabajos previos pero, esta vez, puede afirmarse que llega a constituir el propio tejido narrativo de la obra. ¿Por qué escogiste precisamente como compositor a Chopin?

Probablemente por inercia. Porque sus Estudios son algunas de mis obras favoritas para piano y las conocía desde hacía mucho tiempo. Son obras conocidas, pero muchas de ellas no llegan a ser “clásicos populares” (como sí lo son, en cambio, algunos de sus valses y nocturnos), y esto da más margen para proponer algo nuevo, es un lienzo donde todavía no han pintado otros. Por otro lado, la música de piano tiene algo en nuestro imaginario que nos remite al origen del cine, a los primeros pases de cinematógrafo; y además, la idea de que fuesen Estudios, y no otro tipo de obra, me daba el pretexto para hacer pequeños “estudios” animados, donde cada parte del corto me servía para superar un determinado reto o dificultad.


P: Como la mayoría somos profanos en los primeros y complejos balbuceos del cine, sería estupendo que nos hablases un poco de los referentes fílmicos históricos que te sirven de punto de referencia para cuatro de las partes del corto, como las imágenes de las famosas bailarinas Carmencita y Loïe Fuller, pero también otras historias mucho más oscuras y apasionantes como la del prometedor pero malogrado Louis Le Prince.

Pues sí, aparte de los elementos precinematográficos, como el Taumatropo, el Fenakistiscopio, el Zootropo, el Praxinoscopio, procedentes todos de las observaciones ópticas de comienzos del siglo XIX, a partir de las primeras fotografías secuenciales que se realizan en la década de 1870, comienzan a cundir nuevas ideas que van más allá de los juguetes ópticos o de la investigación científica. Aún nadie pensaba en el cine, pero estaba ahí: el futuro de la imagen en movimiento era la fotografía animada. Edward Muybridge es el gran pionero en este campo: se trataba de un fotógrafo al que Leland Stanford, millonario americano, encargó una investigación fotográfica para determinar si había algún momento del galope del caballo en el que todos sus cascos estuviesen en el aire. Todo comenzó con una apuesta caprichosa… Y por eso se ven tantas fotografías de caballos galopando en esa época. Muybridge inventó un sistema para realizar fotografías múltiples, pero con diferentes cámaras, puestas en batería. No se trataba de nada que nos recuerde a películas: eran fotos independientes sobre placas emulsionadas, pero con estos mimbres realizó centenares de estudios del movimiento humano y animal, que inspiraron a muchos seguidores, como el austríaco Ottomar Anschütz y el francés Jules Marey.


Muybridge también se planteó la posibilidad de transformar en espectáculo los resultados de sus fotografías, por medio de su proyección pública con un aparato llamado Zoopraxicopio, donde se limitaba a calcar las mismas fotografías que había tomado, creando bucles de movimiento. Entonces fue cuando contactó a Edison, que había inventado el fonógrafo, con la idea de crear un espectáculo AUDIOVISUAL. Sus ideas eran adelantadas a su tiempo. Edison tomó nota, pero en vez de colaborar con él, apremió a su ayudante William Dickson para que inventase otra cosa: el Kinetoscopio. Se trataba de un aparato que instalaron en Arcades, en salas de recreativos, por así decirlo, donde, por una moneda, podías ver una película corta y a la vez escuchar sonido con unos audífonos. De alguna forma, el Kinetoscopio era heredero de los antiguos peep-box o cajas para mirar que llevaban los feriantes.


La película de Carmencita bailando es de 1894, y fue grabada en el estudio Black Maria de Edison, después de que abordase el problema de cómo tomar fotografías sobre una película continua; algo que el fotógrafo francés Marey había solucionado junto con su ayudante Demenÿ, creadores de las primeras películas cronofotográficas (como “La ola”, que se proyectó públicamente en 1891). Si tenemos en cuenta que los Lumière “inventaron” el cine en 1895, es evidente que había otros muchos investigadores buscando lo mismo. Incluso hubo un “Cinematógrafo” patentado en 1892 por Leon Bouly, aunque no tuvo dinero para renovar la patente, que perdió a favor de los Lumière.
Mención aparte merece Louis Le Prince, sí. En 1888 consiguió grabar pequeñas películas de 17 fotogramas, sobre cinta de papel. El papel no permitía que se hiciera una proyección, por lo que siguió trabajando para solucionar ese problema, sin éxito. En cualquier caso, en 1890, cuando se dirigía en tren de Dijon a París, camino a exhibir públicamente su invento en EEUU, Le Prince desapareció misteriosamente. Su hermano lo esperó inútilmente en París. Esto ha dado lugar a muchas especulaciones, sin estar demostrada ninguna. Por eso me parecía interesante sugerir esta idea en la cuarta parte de la película: contar una historia enigmática, inacabada, que el espectador pudiese completar a su gusto, como una pintura impresionista.


P: Impromptu parece representar un giro en tu carrera. Tus historias anteriores contaban con líneas argumentales muy elaboradas y complejas, como en la bellísima La noche del océano/La nit de l ´oceà (2015), sobre un relato lovecraftiano de Robert H. Barlow, de cuya adaptación te encargaste tú misma, o en la muy original Retrato de D. (2.004), en cuyo texto desarrollabas uno de los hilos que Bram Stoker dejó sin tejer en Drácula (1.897). También salió de tu mano el guión de una preciosa e intimista obra de tintes oníricos, La flor carnívora (2.009). Sin embargo, tu nuevo corto descansa plenamente en la música y el movimiento. ¿Esa ausencia de la palabra, es, tal vez, tu manera de evocar las etapas iniciales del cine y de rendir homenaje a quienes tuvieron que lidiar con un lenguaje cinematográfico tan diferente al que ahora estamos acostumbrados?

No ha sido algo tan intencionado. Necesitaba hacer algo diferente y gratificante, menos planificado que en casos anteriores (pero sin llegar al extremo de El gato baila con su sombra [2.012], que fue un proyecto más colectivo). Picasso, cuando creó el Cubismo, se centró en la forma y echó fuera el color. Recortar elementos siempre da más libertad, te permite centrarte en otras cosas. En Impromptu no hay apenas narración (a excepción una vaga narrativa en su cuarta parte), pero eso no significa que no haya sentimiento, al contrario: la música despierta muchas sensaciones, que me han dictado cómo animar el movimiento y qué formas elegir; realizar este montaje poco a poco me ha permitido sentirlo y disfrutarlo cada día, una experiencia mucho menos frecuente en proyectos con mayor planificación y división del trabajo.


P: He podido comprobar que, mientras que el público en general tiene totalmente asimilados los principios de la animación convencional- la que puede verse en la televisión y en el cine-, está, en cambio, poco familiarizado con un producto tan elaborado y artístico como la animación “de autor” que tú realizas. Quizá tenderíamos a pensar que la diferencia entre la animación que podemos ver en series y películas y en estas otras obras mucho más artesanales es correlativa a la que existe entre la producción llevada a cabo en unos grandes estudios de animación y la que hace un animador o animadora, sin ayuda externa, lidiando con sus ideas geniales en su cuarto de dibujo. Pero, en realidad, ¿necesitas contar con muchos colaboradores para llevar a cabo tu trabajo? ¿Y cuánto tiempo se invierte en la producción de este tipo de cortos?

Las nuevas tecnologías, por un lado, han acercado al cine de animación a personas del ámbito de la ilustración y muchos otros artistas; pero también han multiplicado la cantidad de perfiles profesionales técnicos que son necesarios para hacer una buena producción. Yo personalmente delego trabajo cuando no puedo solucionar algo por mí misma, o cuando no tengo el equipamiento o el conocimiento preciso (caso de técnicos de sonido, empleo de ciertos programas, etc.) Un corto cuesta tanto tiempo y dinero como tú quieras. Si no tienes prisa en hacerlo… Piensa en Alexander Petrov animando él solo El viejo y el mar durante tres años, pintando al óleo. Sencillamente, hay cosas que las puedes delegar, y otras no. Para este trabajo, que es el segundo que produzco junto con Enrique Millán, he contado con algunos viejos conocidos, como mi buen amigo y ex-alumno "veterano" Sergio Pilán, que fue mi colaborador en La noche del océano y en esta ocasión se ha ocupado de los títulos de créditos y de los episodios intermedios; y también he contado con ex-alumnos recién salidos de la Facultad de Bellas Artes, como los que forman la start-up Pterodactive, que me han ayudado principalmente con la parte digital de la animación.


P: A propósito de equipos de producción, en alguna medida Impromptu recuerda a aquel exitoso proyecto colectivo que coordinaste en 2012, El gato baila con su sombra, una genial rememoración del cine clásico de terror¿Piensas que esta animación artística, por sus propias características de corta duración y de su lenguaje narrativo tan peculiar, conecta más fácilmente con el público no especializado cuando invita más a la emoción que a la reflexión teórica?

Sin emoción no hay conexión. Un corto puede tener un contenido muy filosófico o intelectual, pero hace falta que te emocione algo: el movimiento, la música, el color… Son los componentes que nos hablan de manera sutil. Y un corto es para toda la gente: si tiene un subtexto interesante, una historia paralela, podrá decir cosas diferentes a las personas que estén convenientemente iniciadas; pero también tiene que poder decir algo incluso a un niño. Y me da la sensación de que esa es la diferencia fundamental entre un buen corto y muchas de las obras que se ven hoy en día en los museos de arte contemporáneo: si al ver un corto solo puedes quedarte con la idea de “no lo he entendido”, se ha fracasado. El objetivo no consiste en contar una historia, sino en transmitir algo.


P: A pesar del escaso tiempo transcurrido desde su finalización, tu nueva obra fue preseleccionada para los Goya en otoño pasado. Es ya la tercera vez que has entrado en ese importante y difícil palmarés, la última incluso como finalista con La noche del océano (La nit de l´oceà)Impromptu se estrenó en España en el Festival de Alcalá, después de hacerlo internacionalmente en Canterbury. Y tenemos que felicitarte por el premio muy recientemente obtenido en un concurso norteamericano, el 1st Expression Art Movie Film Festival. ¿Cómo vives la presencia de tus cortos en los festivales de cine?

Pues si me invitan a ir, como hicieron en Alcalá, sí la vivo… Conseguir selecciones es muy gratificante, porque lo más importante, después de hacer la película (ya es bastante importante en sí), es que llegue a un público. Sí, podrían llegar por internet, pero no es lo mismo: ver cualquier corto en un cine es una experiencia única, cada vez más rara, y hay que apoyarla.


P: Tú eres profesora en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia, que es una excelente cantera de jóvenes animadores y animadoras. De hecho, junto con Impromptu, también fue preseleccionado el corto The Neverending Wall, de Silvia Carpizo, alumna egresada del Master de Animación de la UPV en el que tú impartes docencia. ¿En qué medida participan la Politécnica, la Filmoteca y la propia Generalitat Valenciana en la promoción y difusión de vuestro trabajo?

Uf, responder esa pregunta es casi un Máster… Voy a dar la respuesta simplificada. Las películas calificables para ir a los Goya solo las pueden producir empresas cinematográficas. La UPV no es una empresa cinematográfica, pero en nuestra Facultad hay espacios creados para apoyar a la creación y al emprendimiento: despachos donde pueden trabajar equipos pequeños. Muchos alumnos egresados encuentran en esos espacios su primera oportunidad laboral, pero ellos deben ser autónomos, o al menos una persona del equipo. El cortometraje de Silvia, que no es un corto de estudiante sino un trabajo profesional, se produjo en uno de estos espacios, contando además con una coproducción externa. Yo realicé este corto y La noche del océano gracias a Enrique Millán, mi productor. Estos trabajos han contado con ayudas a la producción audiovisual; en nuestro caso, la ayuda vino de Cultur Arts, Generalitat Valenciana. La Filmoteca (en realidad, Institut Valencià de l’Auviodisual – IVAC) es un organismo implicado en la organización de estas ayudas, pero funciona de manera independiente: lo que ellos hacen también es elaborar anualmente un catálogo audiovisual, el programa Curts, una selección de los mejores cortos valencianos, a los que pueden concurrir todas las producciones de la comunidad, incluso trabajos de escuela, y los distribuyen ampliamente por festivales.
Maria Lorenzo y Silvia Carpizo, dos grandes creadoras 
P: Además de tu actividad docente, pintas cuadros espléndidos, escribes artículos sobre tu disciplina, diriges una estupenda revista, Con A de Animación, participas en festivales y en foros internacionales altamente especializados, lo que te obliga a viajar con cierta frecuencia y, además y sobre todo, eres madre de una niña pequeña. ¿Cómo se consigue llevar adelante tantas, tan diversas y tan difíciles tareas sin morir en el intento? Y, ¿cómo se alimentan unas de otras?

Trabajar en la Universidad da cierta flexibilidad horaria y me considero una privilegiada por ello. No todo el mundo puede decir lo mismo. Por otro lado, tengo el apoyo incondicional de Enrique, que siempre está ahí. Y creo que si todo el tiempo me dedicase a hacer lo mismo me aburriría mucho, así que está bien tocar las distintas ramas de un mismo espectro. Te abre la mente, en el sentido que te permite mirar más allá de tus propios límites. Impromptu nunca se me habría ocurrido si no fuera porque imparto Historia de la animación. Todo empezó cuando quise hacer un pequeño documental docente para reforzar temas vistos en clase; y ahora, Impromptu me la piden algunos profesores de cine para ponerla en sus clases...


P: Los creadores rara vez desveláis las claves de vuestros nuevos proyectos pero no puedo resistir la tentación de preguntarte por tu próximo trabajo. Aunque hace realmente poco tiempo que has terminado Impromptu, y ahora toca seguir su presencia en los festivales, ¿estás ya en pleno brainstorming para el próximo corto? Seguro que imaginar cómo será es un proceso casi tan apasionante como llevarlo a efecto.

Gonzalo Suárez decía, a propósito de Remando al viento, que cuando conoció la historia de Mary Shelley, ésta se le aparecía por todas partes, como a ella su monstruo literario en la película. Concebir un proyecto es siempre una historia muy personal, y por lo menos en mi caso disfruto con ello. Sí, ahora veo cierta historia por todas partes, estoy en fase recolectora. Es, como dice Punset, la “antesala de la felicidad”. Pero después de realizar una película, que siempre es un proceso que requiere voluntad, viene la parte menos agradecida, que es la distribución en festivales, cuyos resultados pueden ser mejores o peores de lo que uno espera. Esa es la parte donde estoy ahora con Impromptu, pero no dejo que sea lo único que se trague mi energía.


* * *

Como siempre, María, ha sido un placer conversar contigo. Quienes hacemos Ateneas te deseamos muchos y grandes éxitos con Impromptu, una obra realmente original y magnífica, que cuenta con la brillante interpretación al piano de Isaac István Székely.
Y, como estoy segura, para quienes os acerquéis por primera vez a esta creadora, que os habrá picado la curiosidad conocer de primera mano su atractiva obra, os pongo primero el enlace a algunos de los vídeos de la autora en los que explica, de manera sencilla, algo tan difícil como el proceso de creación de Impromptu. Luego, los enlaces a sus cortos anteriores y, después, los de las entradas precedentes en Ateneas en las que María Lorenzo ha sido nuestra invitada, en las que comentamos ampliamente los diferentes aspectos de sus obras y también algunos de sus interesantes estudios sobre animación. No os perdáis este estupendo material. De verdad merece la pena dedicarle un ratito.


Sobre la creación y difusión de Impromptu:

En cuanto al acceso a los anteriores cortos:

-link a “Retrato de D.”, la historia de un pintor que vendió su alma para alcanzar la gloria artísticahttps://vimeo.com/5743368
-link a "La flor carnívora", una historia del amor y la soledad femenina:
-link a "El gato baila con su sombra": http://vimeo.com/39226286
-link a dos trailers de “La noche del océano”: https://vimeo.com/113905114 y https://vimeo.com/110086080
La maravillosa música que suena en el primero es obra del compositor Armando Bernabeu Lorenzo y los estupendos efectos especiales en el segundo, de Martí Guillem.
-link a una preciosa y lírica creación temprana, La pantera de Rilkehttps://vimeo.com/8410614



También podéis visitar la web de la autorahttp://www.depdib.upv.es/mlorenzo
Con su curriculum muy completo y multitud de enlaces a sus trabajos teóricoshttp://grupoanimacion.upv.es/portfolio/maria-lorenzo/

Enlaces a las entrevistas anteriores:






Entrada publicada el 7-1-2018 en el blog Ateneas.