Una joven es y será siempre el único
objeto digno de adoración de la naturaleza y de la existencia entera.
SÖREN KIERKEGAARD
1
Ni frío
ni caliente, turbio. Turbado. Pues que desconocemos si, en verdad, somos yo
o, acaso, somos otro. Ambos, seguramente todos. Sí, las palabras son
cosas muy terribles, artefactos que siempre nos rebasan, tentándonos. Dicen,
desdicen. Ocultan, muestran: tejen, destejen. Esta es su perversidad.
No
acertamos saber en dónde sernos, y me quedo -te quedas- a medio camino de
existir. Nos urge librarnos de todo cuanto, aparentemente, no nos
pertenece. Y así, ligeros, fundirnos (confundirnos)
en lo otro, y perdernos en ello.
2
En un
principio a Jerôme para nada le interesa Claire. Ni tan siquiera reparó en la
muchacha cuando le fue presentada por vez primera. ¿No estaba, acaso, prometido
a otra mujer? Y, más tarde, incomprensiblemente, comienza a sentirse azorado en
su cercanía. Es curioso, ella, Claire, casi una niña, le intimida. En su
secreto ella le amenaza.