María Lorenzo nos habla en esta
ocasión de uno de los principales desarrolladores de efectos visuales para
películas de fantasía: Ray Harryhausen. Aunque no exento de grandes
predecesores, como el genial Willis O ´Brien, Harryhausen es una figura
fundamental cuya creatividad revolucionó la stop-motion y permitió grandes
avances en el cine fantástico. Sus creaciones están muy presentes en nuestro
universo visual y ni siquiera las maravillas digitales con las que Hollywood
nos sorprende cada día son capaces de eclipsar la fuerza expresiva de sus
figuras animadas. Os pongo el enlace del vídeo: https://vimeo.com/359403222?ref=fb-share&1&fbclid=IwAR0gl84nwy_8BxQR7ooZmBPyvXJcVO40ICZU6XQi7goTYdE2lG9q87tV4Rc
Ray Harryhausen nació en Los
Ángeles en 1920 y murió en Londres en 2013. Fue un animador de stop-motion y
técnico de efectos visuales que llamó al conjunto de sus técnicas Dynamation.
Pero para comprender los
procedimientos que implementó Harryhausen hay que conocer primero al que fue su
maestro, el pionero Willis O’Brien (1886-1962).
Aunque Willis O’Brien realizó sus
primeras animaciones stop-motion a mediados de la década de 1910, es más
conocido por revolucionar el concepto del cine de acción y fantasía a través de
varias películas donde las marionetas animadas interactuaban con actores reales,
como El mundo perdido (1925) y, sobre
todo, King Kong (Merian C. Cooper,
1933).
King Kong |
Lost World |
O’Brien construía personajes con
un esqueleto articulado de metal, que se podía animar, y lo recubría de relleno
y piel, o de un material plástico maleable como el látex, según el caso. A
veces, las marionetas eran el producto del trabajo minucioso de un escultor, al
que luego se le hacía un molde para poder reproducirlo. Para animar los
personajes, se fijaban sus pies con un tornillo a la base del escenario, y se
fotografiaban sus poses sucesivas, fotograma a fotograma.
En cuanto a los trucajes, la
integración entre personajes animados y reales podía requerir diferentes
procedimientos, como la retroproyección: la animación se grababa previamente y después
de proyectaba sobre una pantalla tras los actores, para volver a rodar el
resultado conjunto a velocidad real o bien se grababa primero a los
actores como referencia principal y se reproyectaba su imagen fotograma a
fotograma para combinarla con los personajes animados.
También se podía emplear la doble
exposición, utilizando máscaras negras pintadas sobre un cristal que reservaban
parte del escenario y sobre el que luego se impresionaban otros sobrefondos.
Pero era más frecuente el uso de
un sistema parecido al chroma que se podía utilizar en el cine en blanco y
negro, llamado proceso Dunning, y que empleaba la sensibilidad al amarillo y al
azul de dos películas que se exponían simultáneamente, diferenciando figura y
fondo.La combinación de estos
procedimientos dotó a la puesta en escena de King Kong de una inusual profundidad y verosimilitud, que
impresionó profundamente a Harryhausen cuando todavía era casi un niño.
El gran gorila |
Willis O’Brien ya era una leyenda viviente cuando un joven Harryhausen se le aproximó para enseñarle sus primeros modelos, con los que grababa películas caseras. O’Brien los examinó minuciosamente y le hizo ver tanto la importancia del realismo anatómico de sus criaturas como la libertad que supone animar dinosaurios o personajes de fantasía, que nadie sabe exactamente cómo se movían.
O’Brien y Harryhausen coinciden
nuevamente en 1942, en el rodaje de Tulips
Shall Grow, en el estudio de George Pal.
Harryhausen también dirigió dos
series de cortometrajes stop-motion basados en cuentos de hadas, entre los años
40 y comienzos de los 50.
Pero es durante el rodaje de Mighty Joe Young (Merian C. Cooper, 1949)
cuando Harryhausen trabaja codo con codo con O’Brien, obteniendo por su trabajo
el Oscar a los Mejores Efectos Visuales.
En 1953, Harryhausen comienza a desarrollar su
técnica de multiplano e impresora óptica, adaptando un relato de su amigo Ray
Bradbury: The Beast from 20.000
Fathoms (Eugene Lourie, 1953). Con posterioridad, Harryhausen se tuvo que
enfrentar a la dificultad de reproducir sobre película de color los mismos
trucajes que empleaba O’Brien.
Como hemos dicho, O’Brien
empleaba un primitivo sistema de chroma que solo era apto para crear películas
en blanco y negro. En consecuencia, Harryhausen tuvo que desarrollar
extensivamente el rodaje con static mattes, utilizando al mismo tiempo la
retroproyección, fotograma a fotograma, de metraje grabado previamente con los
actores, para volver a grabarlo simultáneamente junto con los personajes
animados.
Una de sus
primeras joyas a color, con música de Bernard Herrmann, fue la fábula Simbad
y la princesa (Nathan H. Juran, 1959), donde aparece el cíclope. Pero Jasón
y los argonautas (Don
Chaffey, 1963) es considerada su obra maestra, donde animó, entre otras
criaturas, al gigante Talos y la lucha de los esqueletos.
El conjunto de
técnicas que Harryhausen denominó Dynamation también servía para crear otro tipo de efectos, como la mezcla
imposible de escalas en los mundos fantásticos de Los tres mundos de
Gulliver (Jack Sher, 1959), generados varios procedimientos como fondos
móviles, pantalla azul, y fotografía de perspectiva.
El catálogo de animales
extinguidos y criaturas mitológicas animado por Harryhausen es realmente
impresionante. En un período de 28 años, Harryhausen realizó los efectos
visuales de 15 largometrajes, requiriendo minuciosos procesos de animación para
dar vida con credibilidad a los seres de su imaginación. El mérito de
Harryhausen no es poco, ya que no solía delegar el trabajo de animación y se
ocupaba personalmente de elaborar todas las escenas, con tal grado de eficacia
que desde joven se ganó el apodo de one-take-man.
Después de realizar numerosas
películas de ciencia-ficción, en los años 70 Harryhausen volvió a los temas de
fantasía y leyenda, y en 1981 realizó los efectos de su última película: Furia de titanes (Desmond David, 1981).
Si Willis O’Brien fue el primero
en llevar la animación stop-motion a las superproducciones más ambiciosas de
Hollywood, Harryhausen continuó prolífica y brillantemente el camino iniciado,
creando una serie de películas absolutamente icónicas del cine de aventuras y
fantasía. Sus criaturas animadas a menudo superan a los propios actores, con
una expresividad única que nace de la unión de lo realista con lo imaginario.
Harryhausen podría haber sido el director absoluto de todas sus películas,
aunque su trabajo fue más el de colaborador a la hora de planificar
minuciosamente todas las escenas que requerían trucajes; sin embargo, su
personalidad impregnó todas las películas donde participó, hasta el punto de
que hoy decimos que son películas “de Harryhausen”.
Bibliografía:
Adrián Encinas Salamanca (2017), Animando
lo imposible. Los orígenes de
la animación stop-motion (1899-1945).
Manuel Ferri Gandía (2013), “Alma
en suplicio. La medusa animada de Ray Harryhausen”, en Con A de animación, nº 3.
Lee Krystek (1999), The Museum of Unnatural History, “Harryhausen’s Dynamation” (http://www.unmuseum.org/dyna.htm).
Peter Lord (1998), Cracking
Animation.
Encarna Lorenzo (2017), “King
Kong: etnografía, género y mito”, en Antropocinema
(http://anthropocinema.blogspot.com/2017/12/king-kong-etnografia-genero-y-mito.html)
Ray Harryhausen & Tony Dalton (2003), Ray Harryhausen. An Animated Life.
Pues ha sido un recorrido genial por la historia de la anmación y espero que la autora nos obsequie con un montón más, que nos lo merecemos. "¡Y más madera!"
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